Una nueva oportunidad para la clase de religión (22-5-2016).

UNA NUEVA OPORTUNIDAD PARA LA CLASE DE RELIGIÓN            

       Queridos hermanos en el Señor:      

       Os deseo gracia y paz.      

       El Acuerdo de 1979 entre el Estado Español y la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos culturales afirma: “Los planes educativos (…) incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales” (art. II).      

      El artículo 27,3 de la Constitución Española de 1978 establece: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.      

      La clase de Religión tiene un estatuto peculiar. Es de oferta obligatoria para los centros y optativa para los alumnos. Por ello, es importante inscribir a los hijos en Religión. Por varias razones, entre las cuales señalamos cinco:      

     1) La clase de Religión como espacio de enseñanza reglada. Con programa, horarios de distribución, actividades para realizar, controles, seguimiento pedagógico y didáctico, evaluaciones. Es preciso reconocer la cualificación de los profesores, su entrega personal, su dedicación y competencia, su esfuerzo y tenacidad.  

     2) La clase de Religión como área de encuentro con la cultura y las culturas. El hecho religioso está en la base de las culturas e impregna las raíces de Europa. Es fundamento de nuestra cultura, en sus diversas expresiones históricas, artísticas, filosóficas, antropológicas y legislativas. Además, conocer y valorar otras tradiciones religiosas favorece la apertura y ensancha el horizonte.  

     3) La clase de Religión como ámbito de convivencia y de diálogo. Si la Religión es parte de la vida, en la clase se comparte la vida, se convive. El diálogo no se compone solamente de preguntas y respuestas, sino también de expresiones del cotidiano vivir, de fragmentos compartidos de la historia de cada uno y del pueblo, el barrio, la ciudad, la comunidad autónoma, el país, el continente, la humanidad en su conjunto. El calendario, las festividades, el descanso semanal, las tradiciones y otras muchas actividades que configuran la convivencia, tienen su origen en la experiencia religiosa.       

     4) La clase de Religión como ambiente de crecimiento personal y social. Junto al desarrollo biológico, también aumenta la capacidad de contacto con los demás y el compromiso con la sociedad. El ser humano se integra en una red de relaciones en las que crece. Además, con la aportación de cada cual se refuerzan los vínculos sociales.      

      5) La clase de Religión como lugar abierto a la trascendencia. Hay muchas dimensiones en el proceso formativo. Negar o minusvalorar la importancia de la trascendencia supone cercenar el crecimiento, limitar el desarrollo de la personalidad amplia y abierta. A partir del reconocimiento de la trascendencia del ser humano se respeta, con mayor vigor, su dignidad personal, y se hace posible una sana relación basada en la igualdad y en la libertad.      

      Deseo que todos los padres se animen a apuntar a sus hijos a la clase de Religión. Demos, un año más, una nueva oportunidad a la clase de Religión. Como dijo el Papa Benedicto XVI al inicio de su pontificado: “quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada -absolutamente nada- de lo que hace la vida libre, bella y grande”.            

     Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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