El Señor se acerca (17-12-2017)

EL SEÑOR SE ACERCA

       Queridos hermanos en el Señor:  

       Os deseo gracia y paz.    

       A lo largo de los próximos días, es posible dejarse llevar por un sentimiento de nostalgia, de recuerdo, incluso cariñoso, de los seres queridos que ya no están entre nosotros. También es posible contar las navidades que quedan a nuestras espaldas, como acontecimientos festivos de un tiempo pasado que ya no está. No seríamos auténticos cristianos si olvidásemos que Navidad es, fundamentalmente, memorial, realidad y profecía.  

       1) Navidad es memorial. No es solamente memoria y recuerdo, sino celebración actualizada. La fiesta contiene lo que celebra. Lo que sucedió hace muchos años acontece. Dios nos invita a su “hoy” eterno y decisivo, porque hoy es tiempo de gracia y día de salvación. Navidad es un hoy en el que se nos da un Niño. En Navidad nace Dios con una actualidad que se despliega en los tiempos: ayer, hoy y siempre.  

       2) Navidad es un acontecimiento real porque Dios es fiel, porque se caracteriza por su lealtad, su compromiso de alianza, su proyecto de amor. La encarnación no es un momento fugaz en la historia. La encarnación es ley de la revelación. Dios se manifiesta como “Dios-con-nosotros”. Él es nuestro Dios y nosotros somos su pueblo. A lo largo de la historia, Dios ha ido tejiendo un vínculo de amor con la humanidad. Con frecuencia, el ser humano ha respondido con incongruencias, rechazos y desprecios. La humanidad ha transitado por sendas perdidas, no ha escuchado la voz del Señor, no ha prestado oído a las palabras que Dios le dirigía; se ha extraviado, ha dado la espalda y no la cara. Pero el Señor no ha olvidado su promesa, ni ha modificado su voluntad de amar hasta las últimas consecuencias.      

        Navidad no es una narración edulcorada, una fantasía infantil, un efímero cuento de hadas. No es un somnífero para transitar por las sucesivas noches de insomnio. No es una distracción temporal que nos haga olvidar la dureza de la vida, ni una luz artificial que ilumina una realidad de cartón-piedra. No es una excusa que nos aleja de nuestros compromisos.      

        Navidad tiene un protagonista: Dios que se acerca, Dios que se hace hombre, Dios que planta su tienda en medio de nuestra historia, Dios que se abaja, y abrevia su palabra hasta quedarse casi sin voz en un Niño recién nacido. Vivir la Navidad es tomarse en serio a Dios, sin olvidar que es el Dios de la alegría que nos comunica su gozo desbordante.      

        Navidad tiene un mensaje de amor que supera los límites de un reducido espacio que denominamos Tierra Santa. Dios quiere dejar su huella en todos los senderos para que todas las tierras sean igualmente santas. Saber que Dios nos ama con entrañas de ternura y de misericordia es mucho más de los que podríamos imaginar o anhelar. Dios no es la proyección externa de nuestros deseos, sino la realidad viviente que nos constituye. En Él vivimos, nos movemos y existimos. Él nos conoce más íntimamente que nuestra propia intimidad. Antes de ser creados, ya nos amaba con amor único. Antes de que nuestros pensamientos se elaboren, Él ya los conoce.       

          Navidad tiene unos destinatarios: toda la humanidad, sin distinción de razas, culturas y lenguas. Y siempre serán privilegiados los que poseen un corazón limpio, pobre y humilde, capaz de sentir asombro y gratitud. Por eso necesitamos ser como niños, para expresar admiración y agradecimiento.  

         3) Navidad es profecía, anuncio y anticipo de una situación diferente, de un mundo nuevo, de un cielo nuevo y una tierra nueva. Navidad es preludio y comunicación gozosa que apunta hacia una dirección: el encuentro con el Señor sin mediaciones. Navidad indica una trayectoria, señala un camino, dibuja un sendero. Navidad nos llama a remar mar adentro, a mirar hacia arriba, a aspirar a unos bienes que no son pasajeros. Se inicia un tiempo diferente porque se pone en marcha un pueblo que continuamente debe ser peregrino, caminante.  En Navidad se enciende la luz de la esperanza. Comienza un nuevo día. Estamos invitados a ser más originales, más dinámicos, más entusiastas. Se nos invita a dejar la ruta pequeña, la “rutina”, para iniciar nuevos recorridos.

         Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+ Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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