San José , Custodio y Protector (20-3-2011).

      SAN JOSÉ, CUSTODIO Y PROTECTOR
     
      En la Exhortación apostólica “Redemptoris Custos” (1989), Juan Pablo II escribía: “San José, al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo” (RCu, 1).
      A la luz de “Redemptoris Custos” destacamos algunos de los rasgos más característicos de la figura de San José:
      1) El depositario del misterio de Dios: “la fe de María se encuentra con la fe de José. Si Isabel dijo de la Madre del Redentor: "Feliz la que ha creído", en cierto sentido se puede aplicar esta bienaventuranza a José, porque él respondió afirmativamente a la Palabra de Dios, cuando le fue transmitida en aquel momento decisivo” (RCu 4).  “Él, por tanto, se convirtió en el depositario singular del misterio "escondido desde siglos en Dios" (cf. Ef 3,9)” (RCu 5).
      2) El varón justo - el esposo: “En las palabras de la "anunciación" nocturna, José escucha no sólo la verdad divina acerca de la inefable vocación de su esposa, sino que también vuelve a escuchar la verdad sobre su propia vocación. Este hombre "justo", que en el espíritu de las más nobles tradiciones del pueblo elegido amaba a la virgen de Nazaret y se había unido a ella con amor esponsal, es llamado nuevamente por Dios a este amor” (RCu 19).
      3) El trabajo, expresión del amor: “Expresión cotidiana de este amor en la vida de la Familia de Nazaret es el trabajo. (…) Si la Familia de Nazaret en el orden de la salvación y de la santidad es ejemplo y modelo para las familias humanas, lo es también análogamente el trabajo de Jesús al lado de José, el carpintero. (…) El trabajo humano y, en particular, el trabajo manual tienen en el Evangelio un significado especial. Junto con la humanidad del Hijo de Dios, el trabajo ha formado parte del misterio de la encarnación, y también ha sido redimido de modo particular” (RCu 22).
      “En el crecimiento humano de Jesús "en sabiduría, edad y gracia" representó una parte notable la virtud de la laboriosidad, al ser "el trabajo un bien del hombre" que "transforma la naturaleza" y que hace al hombre "en cierto sentido más hombre"” (RCu 23).
      4) El primado de la vida interior: “También el trabajo de carpintero en la casa de Nazaret está envuelto por el mismo clima de silencio que acompaña todo lo relacionado con la figura de José. Pero es un silencio que descubre de modo especial el perfil interior de esta figura. Los Evangelios hablan exclusivamente de lo que José "hizo"; sin embargo permiten descubrir en sus "acciones" -ocultas por el silencio- un clima de profunda contemplación” (RCu 25).
      Recordemos las palabras finales de este documento: “Que San José obtenga para la Iglesia y para el mundo, así como para cada uno de nosotros, la bendición del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

+Julián Ruiz Martorell, Obispo de Huesca y de Jaca

 

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