Jornada por la vida (27-3-2011)

Queridos hermanos en el Señor:
 Os deseo gracia y paz.

      “Siempre hay una razón para vivir” es el lema de la Jornada por la Vida de este año, que se celebra el 25 de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor.
      Los Obispos de la Subcomisión para la Familia y Defensa de la Vida han escrito una nota en la que recuerdan: “es ingente la labor maternal de la Iglesia que siempre acoge a todo hombre, especialmente cuando sufre, reconociendo en su dolor al mismo Cristo crucificado. No podemos sino agradecer e impulsar el trabajo de tantos hermanos nuestros en el acompañamiento de la vida naciente y de las familias; en residencias de menores y de ancianos sin recursos; en hogares para niños con discapacidades físicas o psíquicas; en residencias para enfermos mentales o centros de recuperación de drogadictos; en centros de acogida y atención a enfermos de SIDA; en comedores y albergues para los que no tienen techo; en hospitales o clínicas promovidas por la Iglesia para mostrar el amor de Cristo con el enfermo; en la inmensa red de Cáritas o en los innumerables proyectos realizados por multitud de consagrados y laicos comprometidos con los más pobres”.
      Y añaden: “Esta enorme fecundidad eclesial es el testimonio sin palabras que reconoce la grandeza y dignidad sagradas del ser humano y manifiesta la certeza de que el amor de Dios abraza, cuida y comparte cada vida”.
      “El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús”, decía Juan Pablo II en la encíclica “Evangelium Vitae” (EV 1). Y confiaba la causa de la vida a María, aurora del mundo nuevo, Madre de los vivientes, con estas palabras: “Haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida. Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo, la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia, para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor, para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida” (EV 105).
 Anunciar y hacer presente el amor indestructible de Dios que aporta luz y sentido a la vida de cada ser humano constituye el corazón de la misión de la Iglesia.
      Juan Pablo II escribió: “Es urgente una movilización general de las conciencias y un común esfuerzo ético, para poner en práctica una gran estrategia en favor de la vida. Todos juntos debemos construir una nueva cultura de la vida: nueva, para que sea capaz de afrontar y resolver los problemas propios de hoy sobre la vida del hombre; nueva, para que sea asumida con una convicción más firme y activa por todos los cristianos; nueva, para que pueda suscitar un encuentro cultural serio y valiente con todos” (EV 95).
      Hemos de continuar realizando un gran esfuerzo por una nueva cultura de la vida, y estamos sostenidos y animados por la confianza de saber que el Evangelio de la vida, como el Reino de Dios, crece, se desarrolla y produce frutos abundantes.
      Al presentar el núcleo de su misión, Jesús mismo nos dice: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn 10,10).
       
      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+ Julián Ruiz Martorell, Obispo de Huesca y de Jaca

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