Comentario evangélico. Domingo 29 Ordinario, ciclo B.

Queremos que hagas lo que nosotros queremos

      No parece que este sea el modo adecuado de vivir ante Dios, sino ese resto -esa concupiscencia- que de vez en cuando aflora en la vida cotidiana del ser humano, causándole serios patinazos de todo tipo, ante Dios y los hombres. En primer lugar, queda patente su ignorancia. En segundo lugar, si persiste en el empeño, la frustración entra en escena y, con ella, el miedo y el pecado. Por último, la vida superficial, la afirmación violenta del ego “caiga quien caiga” y la pérdida de la fe, con la negación de Dios.

      Afortunadamente, como a los Zebedeos, el Maestro nos corrige: “No sabéis lo que pedís…”. Y, con el mismo amor que un Padre, nos pregunta si estamos dispuestos a cargar con su cruz -que es la señal de la familia. Santiago y Juan están dispuestos y lo dicen. En nuestra versión litúrgica actual de la Sagrada Escritura, dicen que son capaces. En la traducción de la Biblia de la Conferencia Episcopal, que pronto llegará a los leccionarios, la respuesta es más contundente: “podemos”. Podemos, Señor, si tú quieres, añadiría yo. Y me figuro y creo que sí quiere que seamos bautizados con ese bautismo del martirio. Podemos, porque él quiere, y porque no solo nos ha dado un ejemplo, sino que al recorrer la Vía Dolorosa y subir a ofrecerse en el altar de la cruz, nos ha dado su vida divina para que nosotros podamos. Con él, podemos.

        Los Zebedeos piden un “puestecillo”, porque piensan en un reino mundano en el que los que más mandan, más tranquilos están y más bienes poseen. ¿En qué pensamos nosotros? Porque igual queremos traer el reino por la vía rápida y nos olvidamos de que lo nuestro no es eliminar el sufrimiento, sino ayudar a las personas a que vivan con sentido sobrenatural hasta el sufrimiento. Hoy la iglesia celebra el DOMUND. Propongo mirar cómo los misioneros más que arreglar el mundo, conviven con todo el mundo. Y así, en el con-vivir, se hacen testigos de la misericordia, descubriendo la presencia de Cristo sufriente en el hermano solo y desamparado. Si vivimos con estos ojos de fe, este corazón de caridad y estas manos de esperanza, podremos.

        Mes de octubre. Con María, contemplamos a Jesús. Ella nos enseña a mirarlo y a pedirle bien las cosas.

José Antonio Calvo Gracia.

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