Ciomentario evangélico. Domingo 1º Adviento, ciclo A.

Adviento de primer domingo

       No es el Adviento bonito y entrañable. Es el Adviento del Señor que vendrá glorioso para recapitular todas las cosas en sí mismo. Gloria de juicio, donde nadie podrá pasar inadvertido. Pero ya sabemos que ocurrirá: profecías del Antiguo Testamento y del Nuevo, palabras del mismo Señor nos advierten. Hoy las escuchamos en la liturgia. Y obtenemos una importante y sabia lección: vigilar ante el advenimiento de Cristo no es buscar de continuo señales de su venida, sino comportarme y trabajar en todo momento como un verdadero cristiano.

      Caminemos a la luz del Señor. El Adviento no es solo el Señor que viene a nuestro encuentro, el adviento es también nosotros que salimos al encuentro del Señor. El Adviento es la visión del futuro en el que “confluirán todas las naciones”. Lo harán subiendo al monte del Señor, a Jerusalén, “porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor”. Si él viene y nosotros vamos, aún a sabiendas que el trecho de lo imposible lo ha cubierto él, será un encuentro en la luz, aunque sea en invierno y de noche.

      Como en pleno día. Pero hay que despertar del sueño “porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe”. Entonces se dio en nosotros un cambio de vida: comenzamos a vivir en alternativo, con dignidad. ¿En qué consiste este modo de vida? “Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias”.

     Estad en vela. Porque “cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé”. Nadie lo esperaba y “se los llevó a todos”. Por eso, si continuamos leyendo en el evangelio según san Mateo, desde el capítulo 23, nos encontraremos con unas parábolas cuya contemplación nos ayudará a entender lo definitivo de la espera del Señor: la ‘parábola del siervo fiel’; la ‘parábola de las vírgenes necias y prudentes’, la ‘parábola de los talentos’, hasta culminar con el ´Juicio Final’ y las obras de misericordia.

      Para el día a día. Recupera el examen de conciencia o hazlo ‘a conciencia’. Es un medio indispensable para vivir la vigilancia y estar preparado. Un camino de humildad para agradecer, pedir perdón y suplicar ayuda a quien todo lo puede.  A María, le pedimos su amor de madre, para mantenernos en pie ante Dios que viene.

José Antonio Calvo

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