Comentario evangélico Domingo 2º Ordinario, ciclo A.

Cordero de Dios

       Hay pocas expresiones bíblicas que hayan calado tanto en el sentir y en el pensar de nuestras gentes que la de ‘Cordero de Dios’ -aunque ya hay que ir reconociendo que, con los actuales sistemas educativos y con determinados docentes, la cultura tradicional cristiana se va desdibujando del horizonte de sentido-.

      El ‘Cordero’ nació y fue puesto en un pesebre. El ‘Cordero’, siendo conducido a la muerte, no levantó la voz, no amenazó ni insultó. El ‘Cordero’ se convirtió en alimento y purificación para todo el pueblo y, recogiendo la fórmula del libro del Apocalipsis, ahora es el único digno de abrir el libro, es el ‘Cordero’ pletórico de dignidad divina, muerto y resucitado. Es el ‘Siervo del Señor’. Es el cordero del sacrificio. Es el cordero pascual, pero de la Pascua nueva y definitiva.

      El ‘Cordero’ es el siervo que viene a reunir las ovejas dispersas y no sólo, sino también a iluminar a todos los pueblos para que la salvación sea católica, es decir, universal. Este ‘Cordero’ es el Verbo encarnado y el santificador. Es el Hijo de Dios y ha venido para comunicarse. Comunicarse con el pueblo que caminaba en tinieblas anunciando el Evangelio y comunicarse al pueblo, es decir darse sin medida para que su vida sea nuestra vida, haciéndonos por los misterios sacramentales concorpóreos y consanguíneos suyos.            

         El ‘Cordero’ nos invita a sus bodas y lo hace anunciando el modo de vivir resucitado que ha de caracterizar ya en esta tierra a los que han sido lavados-bautizados en su sangre. Durante todo el ‘Tiempo Ordinario’ asistiremos a este anuncio y lo comulgaremos en cada misa renovando la adhesión al plan de Dios sobre nosotros y sobre la creación: que seamos eucaristía, acción de gracias, que vivamos en la ‘lógica del don’. Vivir en la ‘lógica del don’ y acallando los mensajes victimistas y victimarios de la ‘lógica de la conquista’. ‘Gracias’ no puede ser la última palabra. Al revés, ha de ser la primera.      

        Cuando estamos a mitad del primer mes de año, les invito a decir ‘gracias’. Y hoy de un modo muy especial por nuestros hermanos migrantes y refugiados, cuya jornada celebramos; y por la unidad de la Iglesia que es una dádiva divina que imploramos y celebramos durante todo el octavario de oración que comienza el próximo miércoles, 18 de enero.      

       La Bienaventurada Virgen María, mujer agradecida, nos ayudará a levantar esta mirada de gratitud y a vivir en la gratuidad.

José Antonio Calvo