Comentario evangélico. Domingo 28º Ordinario, ciclo A.

       Sí. María es el huerto regado, la viña florida, en la que creció y dio fruto la divinidad humanada, haciendo posible, el manjar exquisito del cuerpo del Señor.; el vino refinado de su sangre. El “festín de manjares suculentos” es el santo sacramento de la eucaristía que nos abre el cielo en la tierra y se nos ofrece como escala para ascender hasta la boda eterna de alegrías perennes a la que “muchos son los llamados, pero pocos los elegidos”.

      No todos pueden entrar en la boda. Aunque todos hemos sido llamados, ¡buenos y malos!, solo entrará quien lleve el vestido de boda. Madre mía… el salvoconducto para el banquete nupcial no está en mi bondad o en mi maldad… el visado se otorga a quien se ha dispuesto correctamente para el festín. Madre mía… “reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales”. Madre mía… no entiendo nada… yo que soy tan dado a juzgar… también los malos… ¿será que bueno solo es Dios? Es.

       María, ayúdame a prepararme, a vestirme para el convite. Yo también estoy invitado. Que no desentone.

José Antonio Calvo

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