Comentario evangélico. Domingo 5º Ordinario, ciclo B.

Incansable

Despierta admiración

       Sí, contemplar a Jesús en este Evangelio despierta admiración. No para, su actividad es impresionante, no descansa, su tiempo es tiempo para los demás. Su entrega a todos habla de cómo es su vida. Recapitulemos, el Evangelio empieza con Jesús saliendo de la sinagoga, donde habría estado rezando y a buen seguro enseñando, como otras tantas veces. Enseguida le dicen que la suegra de Pedro está enferma. No se lo piensa y va a verla. No le dicen que la cure, no hace falta, el Señor sabe lo que tiene que hacer, está con ella, la coge de la mano y queda sanada. Pero Jesús no puede pasar desapercibido, su vida y sus obras causaban admiración por eso la gente le busca. Y a la puerta de la casa apareció una multitud. Era ya al anochecer, momento de descansar. ¿Los despidió Jesús? No, claro que no. Los atendió, estuvo con ellos, les escuchó, curó a algunos de ellos. Pero la cosa no terminó ahí, al día siguiente muy de madrugada, los suyos fueron a buscarle y a decirle: “Todo el mundo te busca”. Y Jesús responde diciendo que sí, que va a seguir trabajando, que va a seguir anunciando el Reino, en ese momento tocaba seguir el recorrido por otras aldeas cercanas, pues todos tenían que escuchar el mensaje del Reino que Jesús predicaba. Y así recorrió toda Galilea: predicando, curando, escuchando, estando con la gente… Incansable ante las dificultades, las incomprensiones, los rechazos… Es admirable, Jesús sabe que el Padre le ha encomendado una misión y la quiere cumplir de la mejor manera. Sin tiempo para Él, todo para los demás.

El secreto de la actividad de Jesús

     En medio de esta frenética actividad, el Evangelio de hoy también nos cuenta – casi como de pasada- cuál es el secreto de esta actividad incansable de Jesús: la oración. Este es el motor verdadero del ser y hacer del Señor. El tiempo que dedicaba a estar con Dios, ahora ya en la soledad, una vez que había gastado sus horas con tanta gente. Jesús siempre sabía sacar tiempo para la oración. Aquí, en este espacio sagrado de comunión con Dios, en la oración le entregaría a su Padre sus ilusiones, sus anhelos, sus dificultades…

Buscar a Jesús

     Nos devuelve este Evangelio unas preguntas para nuestra meditación: ¿Cómo es mi actividad? ¿A qué dedico mi tiempo, cómo lo administro? ¿También hay tiempo para ayudar a los demás? Y luego, ¿cuánto tiempo le dedico al Señor, a encontrarme con Él en la oración? Terminamos este comentario también en clave de oración. “Señor, eres admirable. Por tu entrega a todos, por tu servicio, por tu disponibilidad. Tenemos mucho que aprender de Ti. Nosotros también te buscamos, queremos encontrarnos cada día contigo para que tu ejemplo nos ayude a parecernos un poco más a Ti. Gracias también Señor por enseñarnos la importancia de la oración. Ahí, nunca nos sentiremos solos. Nada sin Ti, todo contigo Señor”.

Rubén Ruiz Silleras

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