Comentario evangélico. Domingo 5º Cuaresma, ciclo B.

Vida que engendra vida

Con ocasión de la Pascua

     Jerusalén estaba a rebosar cada vez que se celebraba la fiesta de la Pascua, judíos y extranjeros, de cerca y de lejos, se acercaban a la ciudad santa. Unos griegos quieren conocer a Jesús y buscan la mediación de sus discípulos. No sabemos si al final lo lograron porque el evangelio da un giro y la narración nos sitúa ante un discurso de Jesús. Bien, son las palabras de Jesús lo verdaderamente importante, a ellas les prestamos atención.

Lenguaje propio del evangelista Juan

       En este momento tan crucial de su vida Jesús empieza diciendo que “ha  llegado la hora”. Esta expresión es muy típica del cuarto evangelio, con ella se está haciendo referencia a la ofrenda de Jesús en la Cruz, a su muerte. Esto es lo verdaderamente importante, estos extranjeros tienen delante de sí a Jesús que está dispuesto a entregar su vida en la cruz. Va a dar su vida para dar vida. Va a subir libremente al leño de la Cruz para con su muerte engendrar la vida de la humanidad ya reconciliada. Va a morir, como el grano de trigo. Olvidándose de sí mismo. Aceptando la muerte como un servicio. Jesús es servidor del plan misterioso de Dios. Jesús no rechaza la muerte porque sabe que ésta es el signo que sellará la definitiva alianza de Dios con los hombres.

Al final del camino la Resurrección/

       Elevación El evangelista Juan nos ha transmitido los sentimientos de Jesús ante un momento tan difícil de su vida. Jesús está “agitado”. Pero se fía de Dios. Jesús sabe que Dios no puede querer para Él, (ni para nadie), nada malo. Este acto de fe de Jesús en la bondad de Dios (que nos puede servir como ejemplo) vendrá ratificado por estas palabras que pronuncia Dios mismo: “Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”. Esta expresión y la que aparece al final de este evangelio “cuando yo sea elevado sobre la tierra”, ambas, están haciendo referencia a la resurrección de Jesús. Ante la ofrenda libre y ejemplar que Jesús ha hecho de su vida en la Cruz, Dios responde resucitándole y constituyéndole en el signo de la nueva y eterna alianza. Por eso dice Jesús que cuando “sea elevado…, atraeré a todos hacia mí”. En Él, en Jesús, todos tenemos acceso directo a Dios. Lo más preciado que Jesús tenía, su vida, la ha entregado. Sí, es verdad, todos sabemos perfectamente que no hay mayor gesto de amor en este mundo, que dar la propia vida para que otros tengan vida.

        Gracias, Señor, ojalá aprendamos de tu ejemplo.

Rubén Ruiz Silleras

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