Comentario evangélico. Domingo 30º Ordinario, ciclo B

¿Seguro que vemos?

Pregúntate si te pareces en algo a Bartimeo

     El manto de Bartimeo era toda su seguridad. Le protegería en las frías noches de Jericó, sería como su seguridad ante el mundo de tinieblas que le rodeaba, pues sus ojos estaban apagados, sin luz. En ese manto veo todas las seguridades de Bartimeo que no dudó ni un segundo en dejarlas en la cuneta del camino ante la llamada de Jesús. Hoy es imposible no ponerse en la piel de Bartimeo y preguntarnos cuáles son nuestras seguridades y si estamos dispuestos a arrinconarlas para llegar al encuentro con el Señor. Alguien podría argumentar: “pero yo no estoy ciego como Bartimeo”. ¿Seguro? La ceguera física es solo una modalidad. Puede que también estemos ciegos para otras cosas. Veamos el texto.

Superar las barreras...

     Lo cierto es que, siendo Bartimeo ciego, su figura se nos presenta con una gran luminosidad. Su coraje, su entereza, su deseo de ser curado, su deseo de “ver” a Jesús. Para ello el bueno de Bartimeo tuvo que superar no pocas dificultades. En primer lugar su ceguera física, que no solo suponía una grave limitación física en su vida sino que, en aquella época, la ceguera era también motivo de exclusión de la sociedad judía, pues los judíos se consideraban “puros” y sin defecto. Por eso el evangelio nos relata que Bartimeo está “al borde del camino”. Esta es la primera barrera que Bartimeo vencerá, él no se siente más indigno o pecador que los otros, él necesita que Jesús se fije en él para que le cure completamente. Bartimeo grita una primera vez para llamar la atención de Jesús cuando se entera de que está pasando por el camino. La reacción no se hace esperar. “Muchos” le regañaban y le pedían que se callara. Pero élinsiste y vuelve a gritar a Jesús. Y en esta ocasión es el propio Jesús quien responde. Se detiene y mandallamarlo.

…y seguir a Jesús.

       Ahora por fin, ante Jesús, Bartimeo suplica la vista. Jesús le concede la iluminación completa: la de sus ojos y la de su corazón. Por eso Bartimeo no le dará la espalda y se marchará ya viendo, sino que decidirá seguir a Jesús por el camino. Ha encontrado la Luz que da sentido a su vida, ¿a qué sitio mejor va a ir que siguiendo las huellas de Jesús? De las tinieblas a la luz. Es cierto que Jesús ha hecho con Bartimeo un milagro, sí, le ha devuelto la capacidad de ver y mucho más. Pero también es cierto que este ciego ha luchado por llegar hasta Jesús, por desear encontrarse con él. De nuevo alguien sin relevancia social, uno de los últimos, dándonos lecciones de fe. ¿Seguro que vemos?

Rubén Ruiz Silleras

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