Comentario al evangelio. Domingo 5º Pascua, ciclo C

¡Claro que podemos anunciar a Jesús!

     Palabras que saben a despedida

Judas acaba de marcharse. Esa salida de Judas es también símbolo de un camino interior que te aleja de Dios. En su caso fue definitivamente, nosotros recordamos con gozo que Dios siempre espera que volvamos a casa, que hagamos el camino de vuelta. Pero centrémonos ahora en las palabras de Jesús que tienen un claro sabor a despedida. Podríamos decir que son el “testamento espiritual” de Jesús para los suyos, también entonces para nosotros. Recuerda esta escena cuando Jacob, antes de morir, mandó llamar a sus hijos y les dirigió sus últimas palabras (Gn 49,1-27) o cuando el rey David dejó su testamento a su hijo Salomón (1Re 2,1-12). Si hemos tenido la oportunidad de acompañar a algún ser querido en su lecho de muerte, y este nos ha dirigido algunos consejos…, sabremos con cuánto cariño los hemos recogido y cuánto empeño hemos puesto en ponerlos en práctica en nuestra vida. Podría ser este el marco vital para dar su justo valor a las palabras de Jesús en este domingo.

Lenguaje teológico del evangelista

      Es verdad que el inicio de este breve evangelio no parece ser muy fácil de entender. En dos versículos Jesús utiliza seis veces la misma palabra: glorificado y glorificará. El que Jesús vaya a ser glorificado ¿quiere decir que va a ser entronizado como un rey humano, recubierto de ricos adornos y rodeado de ejércitos que le rindan honores? No, todo lo contrario, la “glorificación” de Jesús es un término que utiliza exclusivamente el evangelista san Juan para referirse a la pasión y resurrección de Cristo. Momentos definitivos de la vida de Jesús. Misterios centrales de nuestra fe, que culminaron la existencia de Jesús. Ninguno de esos dos momentos tuvo gloria humana: en la pasión Jesús fue azotado, crucificado, abandonado. Su resurrección aconteció en el silencio de Dios. Libremente aceptada su pasión, Jesús sabe que se acerca su “hora”, por eso se quiere despedir de los suyos y les deja su testamento espiritual: el mandamiento nuevo del amor. Que resume toda la Ley y los profetas. Que resume, en definitiva, la vida de Jesús.

Testimoniar a Jesús amándonos

     Es una forma preciosa de ser testigos de Jesús, cumpliendo este mandamiento del amor. Está al alcance de todos amar porque Dios cuando nos creó nos regaló esta preciosa capacidad. Y debe comenzar en nuestra propia casa. La cruz de Jesús es un signo absoluto de amor, por eso es la señal de los cristianos. Así cada vez que hacemos la señal de la cruz debemos recordar que estamos llamados a vivir cada día practicando el amor “entre nosotros” tal y como Jesús nos ha enseñado. Este es el legado espiritual de Jesús. Nadie nos obliga a aceptarlo. Solo se acepta libremente, por amor.

Rubén Ruiz Silleras