Comentario al evangelio. Domingo 14º Ordinario, ciclo C.

Anunciar a Jesús

Hay que continuar evangelizando

     Porque tenemos que llegar a los que un día se fueron o a los que nunca han estado. Porque todavía hay muchos que no conocen a Jesús, por eso sigue siendo necesaria la evangelización. Ya lo dijo certeramente el querido Papa san Pablo VI: “evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (Evangelii Nuntiandi 1975). Es tiempo de verano y conviene no bajar la guardia, también ahora estamos llamados a ser evangelizadores.

El protagonista de la misión

     Fijémonos en los detalles del texto. Como primero y más importante el verbo principal de todo el evangelio: “designó”. El sujeto es Jesús. Es, por tanto Cristo mismo el verdadero protagonista de la misión. No solo porque el mandato de anunciar el evangelio a toda criatura tenga su origen en un deseo del Señor, sino porque él mismo es el contenido de lo que hay que anunciar. El discípulo anunciando el evangelio anuncia la persona misma de Jesucristo.

Todos contamos

      Segundo elemento. Este envío de los discípulos a la misión no se reduce al grupo apostólico. Lucas nos dice que fueron “otros setenta y dos” los que Jesús mandó por delante. Nadie sobra en la misión evangelizadora de la Iglesia y todos, cada uno desde la vocación propia que hemos recibido, debemos y podemos colaborar en esta tarea. ¿Por qué? Pues porque la voluntad de Dios Padre es llegar a todos los hombres. Que no haya ni un solo hombre o mujer en la tierra que desconozca que Dios le ama apasionadamente. Por eso, dirá Jesús, que la “mies es abundante”. Para llevar la palabra de salvación de Dios a todos los hombres hacen falta muchas manos. La urgencia de esta misión la pone de relieve el imperativo de Jesús: “¡Poneos en camino!”

Arraigados en Jesús

     Jesús, a continuación, resalta las dificultades de la misión (“os mando como corderos en medio de lobos”), y la precariedad que, muchas veces, debe vivir el evangelizador (“no llevéis talega, ni alforja, ni sandalia”). Aunque esta última recomendación de Jesús tiene como finalidad recordar que lo verdaderamente importante es él. Que el misionero podrá tener pocas cosas materiales, pero si está apoyado y cimentado fuertemente en Cristo nada le faltará. ¿Qué tiene que hacer el misionero? Lo mismo que Jesús. El gesto y la palabra. Curar a los enfermos (cualquier obra de caridad hacia el necesitado) y anunciar la cercanía del Reino de Dios (la invitación a la conversión para recibir con corazón más amplio a Dios). Cuenta el evangelio que los discípulos regresaron de la misión con alegría y le contaron a Jesús todo lo que habían hecho en su nombre. La clave es evangelizar en el nombre del Señor, la alegría es la consecuencia natural de hacer y poner todo en manos de Dios.

Rubén Ruiz Silleras

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