Evangfelizamos orando (15-6-2014)

EVANGELIZAMOS ORANDO

      Queridos hermanos en el Señor:  Os deseo gracia y paz.

       En la solemnidad de la Santísima Trinidad oramos por las consagradas en la vida contemplativa para expresarles el reconocimiento, el aprecio y el agradecimiento de toda la Diócesis.      

        Agradecemos la vida y el testimonio de quienes “en la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno, orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios” (Vita consecrata 8).      

        El capítulo quinto de la Exhortación apostólica “Evangelii gaudium” se titula “Evangelizadores con Espíritu” y en él nos dice el Papa Francisco: “Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo” (nº 259) y añade: “Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que oran y trabajan. (…) Siempre hace falta cultivar un espacio interior que otorgue sentido cristiano al compromiso y a la actividad. Sin momentos detenidos de adoración, de encuentro orante con la Palabra, de diálogo sincero con el Señor, las tareas se vacían de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las dificultades, y el fervor se apaga. La Iglesia necesita imperiosamente el pulmón de la oración” (nº 262).  La mejor motivación para comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor. Por eso necesitamos recobrar un espíritu contemplativo que nos ayude a valorar y discernir, a ponderar y agradecer, a reconocer la importancia del silencio y de la espera, a dar testimonio de la alegría del Evangelio.      

       Las religiosas contemplativas rezan cotidianamente por nosotros y su oración sostiene nuestra actividad, alienta nuestro deseo de configurarnos con Cristo para ser sus testigos y anima nuestro compromiso en la promoción del bien común y la paz social.      

       La vida contemplativa es un testimonio cotidiano de la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el  amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo. Por iniciativa del Padre, los religiosos contemplativos siguen a Jesucristo y son consagrados por el Espíritu Santo.      

       La Iglesia es un misterio de comunión misionera en dimensión trinitaria. Los contemplativos y las contemplativas, con su modo de ser, con su manera de actuar, con su forma de situarse en la historia y ante los acontecimientos cambiantes de nuestra época, nos enseñan el valor de lo permanente, la inconsistencia de lo pasajero y la apertura a la eternidad, sin que esto signifique descuido y falta de compromiso. Trabajar y orar son actividades complementarias y perfectamente articuladas en la vida cotidiana de quienes viven contemplando y contemplan creyendo, esperando y amando.      

       La contemplación es la mirada de fe fijada en Jesús. Las religiosas contemplativas nos enseñan a mirar a Jesús y experimentar que Él nos mira. La luz de la mirada del Señor ilumina los ojos de nuestro corazón. Así aprendemos a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos nosotros.      

        La contemplación también orienta la mirada hacia los misterios de la vida de Cristo para llegar al conocimiento interno del Señor que nos permite amarle cada día más y seguirle con mayor confianza.       Contemplar nos ayuda a mirar a los demás con el amor con que el Señor mira. Los contemplativos dedican su tiempo a la alabanza de Dios y a la intercesión por su pueblo.            

       Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

 

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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