La Sagrada Familia nos acompaña y nos protege (27-12-2015)

LA SAGRADA FAMILIA NOS ACOMPAÑA Y NOS PROTEGE

      Queridos hermanos en el Señor:  Os deseo gracia y paz. 

       El primer domingo después de Navidad celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. En el Evangelio de hoy contemplamos a José, María y Jesús en el doloroso sendero del destierro, en busca de refugio en Egipto. Jesús experimentó la incertidumbre, las dificultades y las incomodidades de este recorrido para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios.  Dios está allí donde el hombre está en peligro, donde sufre, donde huye, donde experimenta rechazo y abandono. Y también está Dios donde el hombre sueña, cree, espera, ama, proyecta y elige a favor de la vida y de la dignidad de la familia.  La Sagrada Familia nos ofrece un modelo caracterizado por la sencillez de vida en Nazaret. Un icono de vida doméstica, de trabajo y de silencio. Un referente de armonía, respeto y convivencia. Un horizonte de gracia, de misericordia y de paz. Un ejemplo de virtudes genuinamente cristianas.       

       San Juan Pablo II repitió con insistencia que el futuro de la humanidad se fragua en la familia. Nos invitaba a amar a la familia apreciando y promoviendo sus valores y posibilidades; identificando los peligros y males que la amenazan, para poder superarlos; esforzándonos por crear un ambiente que favorezca su desarrollo, y dando a la familia cristiana de nuestros días, que con frecuencia está tentada por el desánimo y angustiada por las dificultades crecientes, razones de confianza en sí misma, en las propias riquezas de naturaleza y gracia y en la misión que Dios le ha confiado (cf. Familiaris consortio, 86).       

       El Papa Francisco ha dedicado un ciclo de catequesis a los temas relacionados con  la familia y ha profundizado en los sujetos, las experiencias y las fases de la vida.       

        La III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, del año 2014, y la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”, de este año, han favorecido la reflexión, el diálogo y la oración sobre aspectos candentes en torno a la familia.      

        En el origen de la familia está el plan de Dios que manifiesta al hombre la plenitud de su vocación, entendida como una verdadera “vocación al amor”, una vocación originaria, anterior a cualquier elección humana, inscrita en su propio ser y hasta en su propio cuerpo. Desde su libertad, el ser humano descubre que el fin de su vida es la construcción de una auténtica comunión de personas.      

         La Iglesia está llamada a anunciar el plan de Dios sobre la familia, la belleza del maravilloso proyecto de Dios. La familia es imagen de Dios que “en su misterio más íntimo, no es una soledad, sino una familia, puesto que lleva en sí mismo paternidad, filiación y la esencia de la familia que es el amor” (Juan Pablo II, Homilía durante S. Misa en el Seminario Palafoxiano de Puebla de Los Ángeles, 28 enero de 1979).      

          Y la Iglesia también ha de acercarse a quienes experimentan las heridas del camino.  “Mantenerse cerca de la familia como compañera de camino significa, para la Iglesia, asumir una actitud sabiamente diferenciada: a veces, es necesario permanecer al lado y escuchar en silencio; en otros momentos, tiene que adelantarse para indicar el camino que hay que seguir; y hay ocasiones en las que es conveniente seguir, apoyar y alentar” (Relación final del Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco, 24 de octubre de 2015, 77).             

          Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell,obispo de Jaca y de Huesca.

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