¿Para quién soy yo? (25-4-2021)

¿PARA QUIÉN SOY YO?

     Queridos hermanos en el Señor:
     Os deseo gracia y paz.

     El IV Domingo de Pascua reconocemos que Jesucristo es el Buen Pastor y celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas. Este año el lema es “¿Para quién soy yo?”, que nos recuerda que en el corazón de cada persona anida una vocación y una misión.
     La Jornada pretende suscitar en los jóvenes corazones la pregunta sobre el sentido y la trayectoria de la propia vida, entendida como respuesta a una llamada. Para discernir la vocación es preciso hacerse preguntas, para que la vida se plantee en relación con los demás.
     El Papa Francisco en su exhortación apostólica “Christus vivit” invita a pasar de la pregunta “¿quién soy yo?” a un interrogante más crucial: “¿para quién soy yo?”. Y añade: “Eres para Dios, sin duda. Pero Él quiso que seas también para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros” (ChV 286).
     Reconocer la propia vocación requiere espacios de soledad y silencio para adoptar una decisión personal. Pero el silencio no se identifica con el aislamiento, sino que supone una disposición a escuchar al Señor, a los demás y a la realidad.
     En esta Jornada, toda la comunidad cristiana, contemplando al Buen Pastor, reza por las vocaciones de especial consagración. En todo tiempo y lugar, pero de modo peculiar en nuestro contexto y en la actual situación del mundo, la Iglesia necesita respuestas generosas a la llamada que el Espíritu Santo sigue suscitando en el interior de las personas.
     También se solicita una colaboración económica con el objetivo de conseguir becas de estudio y otros donativos, para ayudar a la formación y al acompañamiento de las Vocaciones Nativas en las Iglesias más jóvenes.
     Cristo se sigue haciendo presente, y las vocaciones sacerdotales y consagradas permiten que la Iglesia continúe anunciando la Buena Noticia hasta los confines de la tierra. De esta manera se consolida la unidad y se robustece la fraternidad.
     Cristo, Buen Pastor, conoce a sus ovejas, camina delante de ellas, da la vida por ellas, las llama por su nombre, y las ovejas le siguen. Resulta admirable la condescendencia del Señor cuando pronuncia el nombre concreto que identifica a cada persona a la que llama a un seguimiento especial. No se pueden expresar en palabras la emoción, la sorpresa y la gratitud que se experimentan cuando el Señor llama y se escucha su voz.

     Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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