Acompañar en el sufrimiento (6-2-2022)

ACOMPAÑAR EN EL SUFRIMIENTO

     Queridos hermanos en el Señor:
     Os deseo gracia y paz.

     El 11 de febrero, conmemoración de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes, la Jornada Mundial del Enfermo inaugura la Campaña que concluirá en España el 22 de mayo, día en que celebraremos la Pascua del Enfermo.
     En su Mensaje, el Papa Francisco reconoce los avances que se han producido a lo largo de los últimos años y nos anima para que la Jornada “pueda ayudarnos a crecer en el servicio y en la cercanía a las personas enfermas y a sus familias” (Introducción).
     El Papa nos recuerda: “Cuando una persona experimenta en su propia carne la fragilidad y el sufrimiento a causa de la enfermedad, también su corazón se entristece, el miedo crece, los interrogantes se multiplican; hallar respuesta a la pregunta sobre el sentido de todo lo que sucede es cada vez más urgente” (nº 2).
El Santo Padre hace alusión muy significativa y cariñosa: “Pienso en los médicos, los enfermeros, los técnicos de laboratorio, en el personal encargado de asistir y cuidar a los enfermos, así como en los numerosos voluntarios que donan un tiempo precioso a quienes sufren. Queridos agentes sanitarios, su servicio al lado de los enfermos, realizado con amor y competencia, trasciende los límites de la profesión para convertirse en una misión. Sus manos, que tocan la carne sufriente de Cristo, pueden ser signo de las manos misericordiosas del Padre” (nº 3).
     Los centros de asistencia sanitaria son “casas de misericordia”: “A lo largo de los siglos, la misericordia hacia los enfermos ha llevado a la comunidad cristiana a abrir innumerables "posadas del buen samaritano", para acoger y curar a enfermos de todo tipo, sobre todo a aquellos que no encontraban respuesta a sus necesidades sanitarias, debido a la pobreza o a la exclusión social, o por las dificultades a la hora de tratar ciertas patologías. En estas situaciones son sobre todo los niños, los ancianos y las personas más frágiles quienes sufren las peores consecuencias. Muchos misioneros, misericordiosos como el Padre, acompañaron el anuncio del Evangelio con la construcción de hospitales, dispensarios y centros de salud” (nº 4).
      La misericordia pastoral se traduce en presencia y cercanía: “Si la peor discriminación que padecen los pobres -y los enfermos son pobres en salud- es la falta de atención espiritual, no podemos dejar de ofrecerles la cercanía de Dios, su bendición, su Palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y maduración en la fe” (nº 5).

      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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