Comentario evangélico. Domingo 16 Ordinario, ciclo A.

Domingo XVI del Tiempo ordinario, ciclo A.  20 de julio de 2014. Mateo 13,24-43.

La cosecha no ha llegado…¡Hay tiempo todavía!
    

      De nuevo este domingo nos encontramos a Jesús anunciando el Reino a través de parábolas. Hoy tenemos tres: la primera, la parábola del trigo y la cizaña. Es la relatada con más detalle y es la única que goza de una interpretación de su sentido por el mismo Jesús.  Las otras dos, la parábola de la mostaza y la levadura, son más breves pero junto con la de la cizaña comparten una misma finalidad.  Basta prestar atención al inicio de las tres parábolas para saber con precisión aquello de lo que Jesús quiere hablar: “El Reino de los cielos se parece…” 
      Vayamos a la primera parábola.  El hombre ha sembrado la semilla buena en su campo. Solo semilla buena.  Pero ha resultado que en su campo también ha brotado la cizaña. El bien coexiste, algunas veces, junto al mal. Hay personas bondadosas y también hay personas menos buenas, incluso malas.  Dios ha sembrado en todos sus hijos la semilla buena, la cizaña, lo malo, la maldad que a veces está presente en el hombre no es atribuible, por tanto, a Dios.  Dirá Jesús en la explicación de esta parábola que el diablo es quien ha sembrado la cizaña en el corazón de algunos hombres. Pero lo verdaderamente chocante de esta parábola es que el dueño del campo una vez que ha sido avisado de la presencia de la cizaña junto al trigo no ordene arrancarla.  Hay que imaginarse la cara de los criados, ¿pero acaso no sabe el amo que si dejamos crecer la cizaña junto al trigo aquella puede perjudicar y malograr la cosecha? ¿es que a Dios le gusta la presencia de la cizaña junto al trigo? No, seguro que no.  Pero lo que sí es seguro es que Dios es paciente, mucho más que nosotros. Y quiere dar una oportunidad a la conversión. Porque a lo mejor hasta que llegue el tiempo de la siega esa cizaña ha podido convertirse en trigo limpio. Porque Dios siempre nos está dando oportunidades para que nos arrepintamos de nuestro mal.  Porque lo fácil sería eliminar toda la cizaña y dejar un campo reluciente de trigo sano. Sí, es verdad que al final de los tiempos los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Pero la cosecha solo llegará al final del tiempo. Ahora en el tiempo del crecimiento, antes de la cosecha, el hombre goza del plazo de gracia que Dios nos ofrece a todos los pecadores.  Pero no debemos olvidar que éste no es un plazo eterno, es solo hasta que llegue el tiempo de la cosecha.
      Las parábolas del grano de mostaza y de la levadura ilustran cómo la presencia del Reino de Dios puede tener una apariencia insignificante pero lleva dentro una fuerza transformadora capaz de transformar corazones, libertades y voluntades. Capaz de cambiar, en definitiva, al hombre. 
     Tiempo de purificación y tiempo de misión. Tiempo para que cada uno desechemos la cizaña que puede haber en nuestra vida y tiempo para colaborar en la extensión del Reino de Dios que, aparentemente muy pequeño, pero es capaz de aportar luz y sentido a esta hora de la humanidad. Sí, también hoy.


Rubén Ruiz Silleras.

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