El Señor nos convoca (7-9-2014)

EL SEÑOR NOS CONVOCA

      Queridos hermanos en el Señor:  

       Os deseo gracia y paz.

      Una humilde luz de esperanza comienza a vislumbrarse en el horizonte. Nos aguarda una nueva etapa en el curso pastoral que abre sus puertas.      

     Damos gracias al Señor por los dones que nos ha concedido durante el verano. Hemos experimentado la alegría de conocer a muchas personas. Hemos disfrutado de jornadas culturales que han ampliado nuestros conocimientos y han dilatado nuestros corazones. Hemos tenido tiempo para sumergirnos en lecturas provechosas. Hemos experimentado el gozo de la convivencia. Nos hemos encontrado con familiares y amigos. Hemos dedicado más tiempo a la oración, sin prisas. La creación nos ha obsequiado con maravillosos paisajes, espléndidos amaneceres y atardeceres sosegados.  El horario ha sido más flexible. A lo mejor, hasta hemos podido crecer interiormente con algunos días de retiro o de ejercicios espirituales.   La realidad es densa y la vida también tiene sus contrariedades. Tal vez hayas sufrido alguna dificultad de salud o incluso estás leyendo estas páginas junto al lecho del dolor de un familiar enfermo. Probablemente tus expectativas laborales no se han cumplido. Es posible que hayas realizado alguna reforma en casa, con todo lo que significa convivir con ruidos, polvo y dificultades. Quizás el presupuesto no ha llegado para realizar el viaje planeado o has tenido que reducir las jornadas de descanso en la casa del pueblo.      

       En estos días de reencuentro, en que volvemos a tomar el pulso a nuestra realidad pastoral, cuenta mucho la actitud con que nos disponemos  a comenzar. Por eso, me permito decirte: ¡Rema mar adentro! ¡Comienza con ilusión!      

      Necesitamos tu oración, tu apoyo, tu generosidad. Puedes compartir tu tiempo y ponerlo a disposición de los demás en la catequesis, en la enseñanza, en la pastoral juvenil, en la pastoral universitaria, en la pastoral obrera, en la pastoral de la salud, en la pastoral gitana, en la pastoral penitenciaria, en el ámbito de las migraciones, en las múltiples tareas de la evangelización, en los servicios de caridad y de promoción social, participando activamente en la dinámica de las cofradías y hermandades, estimulando el testimonio y el respeto en favor de la familia y de la vida, integrándote en un grupo de la tercera edad, trabajando con ilusión por las misiones, cultivando el patrimonio cultural, dedicando tu capacidades como voluntario en el Museo diocesano o en el archivo, estrechando lazos en las relaciones interconfesionales, participado en actividades litúrgicas, formando parte de algún movimiento o asociación, inscribiéndote para una peregrinación, incorporándote a alguna forma de vida consagrada o respondiendo afirmativamente a la llamada del Señor que te orienta hacia el sacerdocio. Y esto es solamente una muestra, porque el Espíritu Santo es creativo.       

        El 17 de agosto el Papa Francisco decía a los jóvenes asiáticos reunidos en Corea del Sur: “No me gusta ver a los jóvenes dormidos… ¡No! "¡Despierten!". ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Adelante!”. Y les animaba con estas palabras: “Ustedes y sus amigos están llenos del optimismo, de la energía y de la buena voluntad que caracteriza esta etapa de su vida. Dejen que Cristo transforme su natural optimismo en esperanza cristiana, su energía en virtud moral, su buena voluntad en auténtico amor, que sabe sacrificarse”.      

       El Señor nos convoca a todos, a los jóvenes y a los no tan jóvenes. Dejemos que Él nos transforme.

      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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