La alegría de la evangelización (18-10-2014)

LA ALEGRÍA DE LA EVANGELIZACIÓN

      Queridos hermanos en el Señor:  Os deseo gracia y paz.

     La Jornada Mundial de las Misiones nos propone el lema “Renace la alegría”. Cerca de 13.000 misioneros españoles viven la voluntad y la obligación moral de participar gozosamente en la propagación de la fe. Sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares anuncian el Evangelio con sus vidas y su testimonio, y colaboran en proyectos educativos, sanitarios y de promoción social y cultural, atendiendo a millones de personas que viven en circunstancias de pobreza y marginación.  

     El mundo actual, consumista y entristecido, necesita redescubrir la alegría del Evangelio que llena el corazón y la vida de quien se encuentra con Jesús.  Hay muchos misioneros que arriesgan su salud, en incluso su vida, por estar cerca de los más necesitados. Las enfermedades debilitan sus fuerzas. Distintas patologías van minando sus capacidades. Los misioneros, que comparten el Evangelio de la vida, testigos de la alegría del Evangelio, se encuentran con la propia muerte. La aceptan, la asumen, y cuentan con ella, no como un final inevitable, sino como una culminación de entrega y de sacrificio, a semejanza de Jesucristo, hasta dar la vida por los demás.  En los medios de comunicación ocupan puestos de primer plano noticias sobre algunos misioneros. Y entonces tomamos conciencia de que son muchos, cada vez más necesarios y, desgraciadamente, cada vez menos numerosos.  Recordamos algunas expresiones del Papa Francisco sobre la dimensión misionera de la Iglesia:      

1) “¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!” (Evangelii gaudium 80). El Papa nos advierte contra es riesgo del relativismo práctico que es “actuar como si Dios no existiera, decidir como si los pobres no existieran, soñar como si los demás no existieran, trabajar como si quienes los que no recibieron el anuncio no existieran” (EG 80).      

2) “A veces perdemos el entusiasmo por la misión al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno” (EG 265).      

      Como discípulos del Señor, estamos llamados a cultivar la alegría de la evangelización y a contribuir, con nuestra oración constante, nuestro apoyo continuo, nuestro seguimiento cercano, y nuestra colaboración económica, a reforzar los vínculos de comunión con las Iglesias más necesitadas.       Somos, y nos sentimos, discípulos misioneros, convocados por el Señor desde nuestro bautismo para compartir su vida, y enviados para comunicar su Palabra y ser testigos de su presencia a través de la acción del Espíritu Santo.      

     Los misioneros saben que el Espíritu Santo suscita en las personas y en los pueblos una espera por conocer la verdad sobre Dios y sobre el hombre. El entusiasmo misionero surge de la convicción de dar respuesta a esta espera previa que anida en el corazón de las personas  y de las culturas.       Agradecemos el excepcional trabajo realizado por los misioneros de nuestra Diócesis. Por ellos, y junto a ellos, la misión nos urge y apremia, nos compromete y estimula, nos hace crecer cuando aprendemos a compartir.             

      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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