Homilía de presentación de don Vicente Jiménez (4-2-2024)

EUCARISTÍA DE PRESENTACIÓN
DEL ADMINISTRADOR APOSTÓLICO DE JACA

S. I. Catedral de Jaca, 4 de febrero de 2024

+ Vicente Jiménez Zamora
Administrador Apostólico de Jaca

Queridos hermanos:

Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre y del Señor Jesucristo (1 Cor 1, 3). Con estas palabras del Apóstol San Pablo os saludo a todos vosotros fieles amados de esta Iglesia particular que peregrina en Jaca: sacerdotes, miembros de vida consagrada y laicos.
Saludo y presentación

Me presento a vosotros como Arzobispo emérito de Zaragoza, y nombrado por la Santa Sede como vuestro Administrador Apostólico en Sede Vacante, en espera de un Obispo propio. Le doy las gracias al Santo Padre el Papa Francisco por su confianza hacia mi humilde persona. Recordamos con gratitud al anterior Obispo, D. Julián Ruiz Martorell, trasladado a la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, por la labor realizada con celo apostólico, con entrega generosa y con sacrificio callado en esta Diócesis y en la hermana de Huesca. Lo recordamos con cariño y pedimos para él la ayuda del Señor en su nuevo ministerio.

Como os decía en mi saludo y mensaje, el nombramiento me ha producido sorpresa, al ser un obispo de avanzada edad, con ochenta años, practicando un ocio laborioso y reposando en una sosegada actividad. Consciente de mis limitaciones, he aceptado este nuevo servicio, que el Papa Francisco me confía, haciendo mías las palabras de la Virgen María: aquí estoy; hágase; se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.

Os doy las gracias por vuestra acogida y muestras de afecto desde el día que se hizo público mi nombramiento. Quiero entregarme a todos vosotros con las fuerzas que Dios me dé en este periodo de interinidad. Sé que cuento con todos vosotros, especialmente, con mis hermanos sacerdotes, principales e insustituibles colaboradores de orden episcopal, a la vez que ofrezco, desde mi condición de pastor, mi colaboración leal a las autoridades públicas para trabajar en favor del bien común de nuestra sociedad de Jaca. Igualmente deseo tener una relación fluida con los Medios de Comunicación.

Celebro esta primera Eucaristía en esta Santa Iglesia Catedral, madre y cabeza de todas las Iglesias de la Diócesis de Jaca. La Iglesia Catedral es el símbolo y el hogar visible de la comunidad diocesana presidida por el Obispo, que tiene en ella su cátedra para enseñar como maestro, su altar para santificar como sacerdote y el ambón para proclamar el Evangelio como sucesor de los Apóstoles. La celebración de esta Eucaristía coincide con el V domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B).

DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo B)

La Palabra de Dios en este domingo nos muestra a Jesús venciendo con su poder divino el mal que, como vemos en el caso del paciente Job (1º lectura) y en los numerosos enfermos que cura Cristo (evangelio) trata de dominar al hombre de múltiples maneras físicas y espirituales.

El evangelio de san Marcos de este domingo describe una intensa actividad en la agenda de Jesús en Cafarnaúm. El evangelista deja constancia: 1º) de la curación de la suegra de Pedro. 2º) de la sanación de multitud de enfermos y endemoniados. 3º) de la oración y actividad evangelizadora misionera itinerante de Jesús.

En el primer episodio la suegra de Pedro curada de la fiebre se levantó y se puso a servirles. Hay aquí dos verbos clave: “levantarse” y “servir”. En el primer verbo resuenan ecos anticipados de la resurrección de Jesús que vence la enfermedad y hasta la muerte; y el segundo verbo insinúa que los salvados por Cristo deben entregarse como él al servicio de los demás en la comunidad humana y eclesial. El servicio a Cristo y a los hermanos es algo fundamental en la vida cristiana.

El segundo momento de esta jornada apretada de trabajo de Jesús fue la curación de multitud de enfermos que trajeron a Jesús al ponerse el sol. El Señor pasó por la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por la enfermedad. Las sanaciones milagrosas de Jesús evidencian el poder salvador del Reino de Dios, inaugurado en su persona. Pero como señala el evangelista a continuación, ese poder lo tiene Jesús como Hijo de Dios y en comunión con su Padre, con quien se mantiene unido en la oración personal e íntima.

Es el tercer momento del relato de hoy: “Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar”. Jesús unía en su vida la oración y la acción; el encuentro con Dios y el encuentro con los hombres. Sin la oración nuestra actividad pastoral se resiente, se vuelve estéril y no da frutos. “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5), nos dice el Señor.

Una de las lecciones prácticas del evangelio de este domingo es la solidaridad con el dolor humano. Quiero que os quedéis con esta lección. Vemos a Jesús solidario con la humanidad doliente. Efectivamente, “él cargó con nuestras dolencias”. “Tenía que parecerse en todo a sus hermanos para ser compasivo… Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella”, dice el autor de la carta a los Hebreos (Hb 2, 27 ss). Realmente, Cristo “amó con un corazón de hombre” (GS 22).

Siguiendo el ejemplo de Jesús, como afirma el Concilio Vaticano II en la constitución pastoral Gaudium et spes, “los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (Vaticano II, GS 1). En estos momentos tenemos que solidarizarnos con las víctimas de las guerras en la martirizada Ucrania, en Gaza, y en tantos lugares del mundo, donde también muchos cristianos padecen persecución religiosa y sufren el martirio.

Cercana también en esta semana la Campaña de Manos Unidas contra el hambre en el mundo, debemos sensibilizarnos contra el drama del hambre, resumen de todas las injusticias, y cuidar del planeta como la casa común, porque existe “una íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta” (Papa Francisco, Laudato si’).

Finalmente, ante la Jornada Mundial del Enfermo, que comienza el día 11 de este mes de febrero, con el lema: Dar esperanza en la tristeza, atendamos a tantos enfermos, para convertir su tristeza en gozo, y alegrar y aliviar sus penas (cfr. Jer 31, 13).

Conclusión. En este domingo en que celebro esta Eucaristía y me presento a todo el Pueblo de Dios que peregrina en Jaca como Administrador Apostólico, me pongo bajo la protección maternal de la Virgen María tan querida y venerada en nuestra tierra con muchos títulos, especialmente con la secular advocación del Pilar, y bajo la intercesión de Santa Orosia, patrona principal de Jaca y de la Diócesis. ¡Muchas gracias por vuestra presencia gratificante y acogida cordial! Amén.

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