Jornada Mundial del Enfermo (11-2-2024)

 
 
JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 
Dar esperanza en la tristeza
 
+ Vicente Jiménez Zamora
Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca
 
 
      Celebramos la Jornada Mundial del Enfermo, que comienza el 11 de febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes y acaba el VI domingo de Pascua, con la llamada Pascua del Enfermo, el  5 de mayo.
      Como Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca deseo de corazón que esta celebración sea ocasión para un empeño más generoso en el servicio a la pastoral de la salud. Expreso mi cercanía a todos vosotros hermanos y hermanas, que vivís la experiencia del sufrimiento, y a vuestras familias; así como mi agradecimiento a todos los que, según sus distintas ocupaciones y en todos los centros de salud repartidos por nuestras Diócesis de Huesca y de Jaca trabajan con competencia, responsabilidad y dedicación para el alivio, la salud y el bienestar de los enfermos.
      La Campaña del Enfermo trata de sensibilizar a toda la comunidad eclesial sobre la importancia del servicio pastoral en el amplio mundo de la salud, servicio que es parte integrante de su misión, ya que se inscribe en el surco de la misión salvífica de Cristo. Jesús, el Médico divino, pasó haciendo el bien y curando a los enfermos (cfr. Hch 10, 38). 
      El lema de este año es: Dar esperanza en la tristeza. Desde la Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal Española se quiere promover la reflexión sobre un tema que es particularmente urgente: el aumento de las personas que padecen sufrimiento psicológico y emocional. Una preocupación que se respalda en un dato: España encabeza la lista de países que más ansiolíticos consumen, según el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud de 2022.
      Ante esta realidad preocupante, es oportuno reflexionar sobre las causas y modos de acompañar a estas personas para anunciar con el profeta Jeremías. “Convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas” (Jer 31, 13).
      El objetivo es tomar conciencia, teniendo en cuenta que no se trata de una enfermedad mental en el sentido que comúnmente le damos a este término, para centrarnos en el cuidado y acompañamiento de las personas que padecen este sufrimiento que se manifiesta en la tristeza, la pena, el desánimo o la ansiedad.
      El papa Francisco nos decía: “Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta, pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias “ (EG, 6).
       
      
      
      
 
 
 
 
      
 
 
 
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