La santificación del tiempo (23-12-2012)

LA SANTIFICACIÓN DEL TIEMPO

      Queridos hermanos en el Señor:
      Os deseo gracia y paz.
     
      En la Liturgia de las Horas encontramos un manantial de vida interior y un alimento para la oración personal, y también conseguimos nutrir y alentar nuestra acción pastoral y misionera. Conviene que la celebración sea digna, atenta y devota, de forma que la mente concuerde con la voz. La Ordenación General de la Liturgia de las Horas nos recuerda:
 1) “La oración pública y comunitaria del pueblo de Dios figura con razón entre los principales cometidos de la Iglesia” (OGLH, nº 1).
 2) “La Liturgia de las Horas, como las demás acciones litúrgicas, no es una acción privada, sino que pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia, lo manifiesta e influye en él” (OGLH, nº 20).
 3) “El Oficio de lectura se orienta a ofrecer al pueblo de Dios, principalmente a quienes se han entregado al Señor con una consagración especial, una más abundante meditación de la palabra de Dios y de las mejores páginas de los autores espirituales” (OGLH, nº 55). El Oficio de lectura “es principalmente una celebración litúrgica de la palabra de Dios”  que nos permite acogerla en nuestros corazones, crecer en la perfección de discípulos del Señor y saborear más a fondo las insondables riquezas de Cristo (cf. OGLH, nº 29).
 “La oración debe acompañar "a la lectura de la Sagrada Escritura, a fin de que se establezca un coloquio entre Dios y el hombre, puesto que con él hablamos cuando oramos y lo escuchamos a él cuando leemos los divinos oráculos" (S. Ambrosio)” (OGLH, nº 56).
 4) “Las Laudes matutinas están dirigidas y ordenadas a santificar la mañana, como salta a la vista en muchos de sus elementos. San Basilio expresa muy bien este carácter matinal con las siguientes palabras: "Al comenzar el día, oremos para que los primeros impulsos de la mente y del corazón sean para Dios, y no nos preocupemos de cosa alguna antes de habernos llenado de gozo con el pensamiento en Dios, según está escrito: ´Me acordé del Señor y me llené de gozo` (Sal 76,4), ni empleemos nuestro cuerpo en el trabajo antes de poner por obra lo que fue dicho; ´A ti te suplico, Señor, por la mañana escucharás mi voz, por la mañana te expongo mi causa y me quedo aguardando` (Sal 5,4-5)"” (OGLH, nº 38).
      “Esta Hora, que se celebra con la primera luz del día, trae, además, a la memoria el recuerdo de la resurrección del Señor Jesús, que es la luz verdadera que ilumina a todos los hombres y el "sol de la justicia" (Ml 3,20), "que nace de lo alto" (Lc 1,78)” (OGLH, nº 38).
 5) “Conforme a una tradición muy antigua de la Iglesia, los cristianos acostumbraron a orar con devoción en determinados momentos del día, incluso en medio del trabajo, a imitación de la Iglesia apostólica” (OGLH, nº 74). Esta tradición cristalizó en las Horas menores de Tercia, Sexta y Nona. 
      6) “Se celebran las Vísperas por la tarde, cuando ya declina el día, "en acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado en la jornada y por cuanto hemos logrado realizar con acierto" (S. Basilio). También hacemos memoria de la redención por medio de la oración que elevamos "como el incienso en presencia del Señor", y en la cual "el alzar de nuestras manos" es "como ofrenda de la tarde" (cf. Sal 140,2)” (OGLH, nº 39).
      “Y para orientarnos con la esperanza hacia la luz que no conoce ocaso "oramos y suplicamos para que la luz retorne siempre a nosotros, pedimos que venga Cristo a otorgarnos el don de la luz eterna" (S. Cipriano)” (OGLH, nº 39).
      7) “Las Completas son la última oración del día, que se ha de hacer antes del descanso nocturno” (OGLH, nº 84).
     
      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+ Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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