"Ahora la luz estaba dentro de ellos" (6-1-2013)

“AHORA LA LUZ ESTABA DENTRO DE ELLOS”

Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.

Benedicto XVI nos dice en su reciente libro “La infancia de Jesús”: “los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. No representan únicamente a las personas que han encontrado ya la vía que conduce hasta Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo” (p. 102).
Y, en la página anterior, leemos: “estos hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos” (p. 101).
Existe un anhelo interior en nuestro espíritu que nos pone en camino, un impulso que nos hace salir de nuestra comodidad, de la somnolencia y el letargo, y nos anima a comenzar una peregrinación en actitud de búsqueda.
Albergamos en nuestras entrañas un gran anhelo de vida, de felicidad, de plenitud, de luz, de verdad y de gracia. A nuestro alrededor encontramos duda, incertidumbre, dolor, tristeza, oscuridad, fragilidad e ingratitud.
Alentados por la fe, animados por la esperanza, salimos de la cautividad de nuestras soledades y nos ponemos en camino buscando una respuesta a nuestra honda necesidad de amor.      
La fe nos asegura que siempre hay una luz para alumbrar el camino. Se nos ha dado una luz: Cristo. Él ofrece alimento a los peregrinos, apoyo a los titubeantes, y un sendero a los desorientados.
Cree quien confiesa el amor de Dios a pesar de la no evidencia del amor, quien espera gozosamente y quien ya ha sido alcanzado por la luz de Cristo y se ha abierto a su ofrecimiento de amor, aunque a su alrededor todavía no haya brotado, plena y diáfana, la claridad del nuevo amanecer.  
El 19 de agosto de 2005, en el encuentro con los seminaristas, dentro de la XX Jornada Mundial de la Juventud, que tuvo lugar en Colonia, Benedicto XVI dijo: “En el viaje de retorno, los Magos tuvieron que afrontar seguramente peligros, sacrificios, desorientación, dudas... ¡ya no tenían la estrella para guiarlos! Ahora la luz estaba dentro de ellos”.
En el encuentro con Jesucristo, se ilumina nuestro interior, se vuelve incandescente nuestro corazón.
La luz que nos orienta desde dentro nos permite vivir cada momento como tiempo propicio y cada acontecimiento como ocasión oportuna.
La luz que nos ilumina desde dentro nos permite reconocer fraternalmente a cada una de las personas con quienes nos encontramos. Es una luz que abre nuestros labios para pedir perdón y saber reconocer nuestros errores. Es una luz intensa y creciente que nos hace aprovechar cada instante para decir con la vida todo lo que es inefable. Es una luz que hace posible expresar sencilla y sinceramente nuestros mejores sentimientos, sin temores, sin dobles intenciones. 
En su “Carta a los buscadores de Dios” escribían los obispos italianos: “Contemplando el rostro de Jesús y escuchando sus palabras, descubrimos quiénes somos, entrevemos cuál es la fuente última de nuestra existencia y hacia qué meta tiende nuestro camino cotidiano”.

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.


+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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