Signo y servidor de la Iglesia universal. (24-3-2013).

SIGNO Y SERVIDOR DE LA UNIDAD DE LA IGLESIA UNIVERSAL    

   Queridos hermanos en el Señor:
    Os deseo gracia y paz.    Hemos recibido con gran alegría el nuevo don que el Espíritu Santo nos ha concedido en la persona del Santo Padre Francisco I.
    Cuatro semanas y dos días después del anuncio de la renuncia del Papa Benedicto XVI, y trece días después de que dicha renuncia fuese efectiva, el Espíritu Santo protagoniza un extraordinario acontecimiento de gracia con el regalo de un nuevo Pastor para la Iglesia Universal.
    El Catecismo de la Iglesia Católica nos indica en tres números de gran valor y trascendencia algunos de los aspectos que configuran la naturaleza del servicio eclesial que desempeñará Su Santidad Francisco I.
      Afirma el número 882: “El Sumo Pontífice, obispo de Roma y sucesor de san Pedro, "es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles". "El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad"”.
    Leemos en el número 1369: “Encargado del ministerio de Pedro en la Iglesia, el Papa es asociado a toda celebración de la Eucaristía en la que es nombrado como signo y servidor de la unidad de la Iglesia universal”.
      Según el número 2034: “El magisterio ordinario y universal del Papa y de los obispos en comunión con él enseña a los fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la bienaventuranza que han de esperar”.
    Los primeros gestos y las primeras palabras del nuevo Pontífice nos sitúan en las claves de su ministerio petrino. Sus primeros pasos son indicaciones de un estilo que tiene el Evangelio como referencia, la humildad como distintivo, la sencillez como cualidad y las virtudes teologales como características configuradoras de su personalidad.
      Del magisterio de Su Santidad seguiremos aprendiendo la verdad que hemos de creer, la caridad que hemos de practicar y la bienaventuranza que hemos de esperar.
      Despedimos el pontificado de Benedicto XVI con un agradecimiento emocionado. Él mismo nos decía el 28 de febrero: “Soy simplemente un peregrino que empieza la última etapa de su peregrinación en esta tierra. Pero quisiera trabajar todavía con mi corazón, con mi amor, con mi oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores, por el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad”.
      Recibimos a Francisco I con una gratitud filial. Desde el primer momento nos ha situado en un contexto de oración. Nos dijo en su saludo inicial: “Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros”.
      A lo largo de estos días hemos experimentado el paso firme del Espíritu Santo, que como brisa delicada, continúa guiando los designios de la Iglesia.      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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