La Semana Santa del Año de la Fe.

LA SEMANA SANTA DEL AÑO DE LA FE    

    En la más importante semana del año, podemos sumergirnos en los acontecimientos centrales de la Redención y revivir el gran Misterio de la fe.
    La Semana Santa señala un antes y un después en el tiempo litúrgico, en la vida cofrade, en la vivencia religiosa, en el compromiso cristiano y en la asimilación del Misterio de Cristo.
    El tiempo que precede -la Cuaresma- ensancha el ánimo y dilata el corazón para preparar intensamente la celebración de los acontecimientos centrales de nuestra fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor.
    El ritmo se va incrementando de modo progresivo durante las semanas cuaresmales. Se intensifica el tono de vida interior, el sentido de corresponsabilidad eclesial y el testimonio de la fe, de la esperanza y de la caridad, como distintivos de los discípulos de Jesucristo.
    La limosna, la oración y el ayuno son los tres instrumentos principales para una disposición interior del corazón que anhela y desea regresar a Dios en un proceso de conversión sincera.
    La participación frecuente en la liturgia sacramental, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación, los retiros espirituales, la escucha atenta y asimiladora de la Palabra de Dios, la práctica del piadoso ejercicio del Via crucis, el compromiso en la atención a los enfermos, ancianos y necesitados, y una multitud de gestos y expresiones de fe, van modulando el paso que percibe progresivamente la proximidad de la Pascua.
    En Semana Santa todo debe estar preparado. Cabe poco espacio para la improvisación. Hasta el más mínimo detalle habrá sido estudiado, valorado y percibido en su justa medida. Y no solamente importantes aspectos externos en la vida de Hermandades y Cofradías -puntualidad, silencio, rigor, cumplimiento exacto del compromiso adquirido- sino, fundamentalmente, el cultivo del cauce de vida interior que brota de la participación en los actos litúrgicos, como expresión de la identidad cristiana.
    Semana Santa, limitada en el tiempo, pero fecunda en frutos de santidad. Semana Santa ceñida a unos días, pero extendida en su eficacia santificadora a todo el resto del año.
      La Semana Santa vivida en el contexto del “Año de la fe” es una extraordinaria ocasión para celebrar y vivir el gozo de creer y el entusiasmo de transmitir la fe.
    La Semana Santa 2013 se ha de vivir con espíritu de conversión, de regreso al Padre, por medio del Hijo, a través de la fuerza del Espíritu Santo, que moviliza los mejores recursos de cada persona para que sepa reconocer su propia identidad y su peculiar misión.
      Después de la Santa Semana también se ha de vivir con fuerza la Pascua, como expresión de vida renovada y siembra de esperanza.
      En todos estos días, antes, durante y después, nos acompaña el clamor de los afligidos, el dolor de los necesitados, la tristeza de los que nada saben, ni tienen, ni pueden. Hacia ellos el Señor tiende sus brazos, que se prolongan, también, a través de nuestras manos generosas y compasivas.
      Que el Señor abra nuestros corazones para que comprendamos el don inestimable que nos regala en este tiempo de gracia.
      


      + Julián Ruiz Martorell,  Obispo de Jaca

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