Duc in altum. (7-7-2013).

     DUC IN ALTUM            

     Queridos hermanos en el Señor:

     Os deseo gracia y paz.

     Durante los meses de verano nuestra identidad cristiana no queda ensombrecida, ni diluida, ni puesta entre paréntesis. En las parroquias, grupos y asociaciones hay menos reuniones, menos sesiones de trabajo, menos actividades, pero esto no significa que la tarea no continúe, aunque sea con un ritmo diferente y en otros espacios menos habituales.   

      En el tiempo estival no perdemos el impulso misionero y evangelizador. Durante el curso, nos requieren infinidad de asuntos y urgencias. La cita con lo urgente puede hacernos olvidar lo importante.  Son muchos los jóvenes y adultos que comparten su tiempo de vacaciones con los más necesitados, a través de experiencias misioneras e iniciativas apostólicas. Son muchas las personas que reservan una parte de lo que se puede considerar como propio (el descanso, el esparcimiento, un ritmo de vida en el que no predominen la tensión y la prisa), para salir al encuentro de los demás, e ir creciendo hacia dentro sin miedo a dar testimonio explícito, e incluso arriesgado, de la fe en Jesucristo.      

      Atender y acompañar a niños y jóvenes; escuchar y ayudar a enfermos y ancianos; colaborar en iniciativas generosas; participar en la Jornada Mundial de la Juventud a través de sus diversas modalidades; buscar y encontrar tiempos y espacios de encuentro con el Señor en monasterios y casas de espiritualidad; adentrarse en el contacto con la naturaleza; convivir con otras personas en campamentos; realizar rutas de peregrinación, como el Camino de Santiago; visitar ermitas y santuarios; reforzar el conocimiento de otros idiomas; llevar a cabo determinadas reformas en el hogar, aunque no sea más que aquella necesaria e imprescindible organización de los papeles que se van acumulando progresivamente; leer buenos libros; escuchar con pausa la música que educa el corazón; asistir a algún concierto; apuntarse a un cursillo interesante y formativo; trabajar como voluntario en el ámbito caritativo y social; colaborar en alguna iniciativa cultural y otras muchas posibilidades. Son tantas las sugerencias que se abren a nuestro alrededor que hemos de realizar una certera selección.      

         No podemos olvidar la exhortación que nos hace el Señor: “Rema mar adentro” (Lc 5,4). Es un buen momento para vencer el letargo, para despertar a nuevas propuestas e iniciativas, para seguir echando las redes del testimonio en nombre del Señor.          Es hora de tomar la vida en serio, de escuchar con atención la Palabra de Dios, de vivir con intensidad nuestra condición de cristianos, de participar con profundidad en la vida sacramental de la Iglesia.      

         Estamos llamados a comunicar la experiencia que cambia nuestra vida y le imprime una orientación decisiva. A partir del encuentro con el Señor cambia nuestra forma de vivir y se modifican nuestros criterios. Nos sentimos entrañablemente amados y queremos difundir y comunicar el amor que experimentamos.      

        “Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros” (1 Jn 4,11).            

        Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

      + Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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