Carta de los obispos de Aragón con motivo del Día de Educaión en la Fe. (29-9-2013)
Carta de los Obispos de Aragón con motivo de la celebración del “Día de la educación en la fe” en nuestras diócesis
Testigos de la esperanza
Muy queridos catequistas:
Los obispos de Aragón valoramos y reconocemos vuestra colaboración en la hermosa tarea de dar a conocer a Jesucristo y su evangelio a niños, jóvenes y mayores. Agradecemos el esfuerzo que hacéis y compartimos el gozo y las dificultades que experimentáis en el ejercicio de esta preciosa vocación. Sabéis que vuestro ministerio es imprescindible en la misión evangelizadora que tiene la Iglesia. Os lo manifestamos una vez más en este día en que nos preparamos para celebrar el “Día de la Educación en la Fe” y en el que muchos de vosotros seréis nuevamente enviados junto con algunos que lo serán por primera vez.
También felicitamos y agradecemos a los padres que, conscientes de que son los primeros educadores de sus hijos, les inician y educan en la fe, sabiendo que es el mayor regalo que pueden hacerles. ¡Cómo apreciáis los catequistas esa iniciación en la fe que han recibido los niños cuando llegan a la catequesis! ¡Y qué importante es caminar juntos, padres y catequistas, en la educación cristiana de los niños! A todos os animamos a acompañar conjuntamente a los niños para que su fe se vea más fortalecida por la aportación específica de unos y de otros.
Como habéis podido apreciar por el cartel anunciador de la presente Jornada, este año ha sido dedicado por la Iglesia a una contemplación y a una vivencia muy singulares de la virtud teologal de la esperanza, que es fe y que nace de la fe. Los temas para el folleto de formación que han preparado los Delegados de Catequesis están dedicados a la esperanza. Os animamos a que los trabajéis con interés como hacéis todos los años; incluso que animéis a trabajarlos a los padres, a los educadores y a otros cristianos interesados.
Nos dice Benedicto XVI que “quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva”. Así lo entendían los primeros cristianos que, antes de encontrarse con Cristo, carecían de esperanza porque vivían en el mundo “sin Dios”. El ser humano necesita a Dios. En caso contrario, queda sin esperanza. Por la fe y por la esperanza la puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par.
Observamos en el mundo que nos rodea un intento de arrinconar a Dios, como si fuera éste un estorbo. Se evita pronunciar su nombre. Parece que el hombre pudiera solucionarlo todo con su razón y con la técnica. Se basta a sí mismo. Precisamente el Papa Francisco en su primera encíclica trata de responder a esta vieja objeción de que “la fe ya no sirve para los tiempos nuevos, para el hombre adulto, ufano de su razón, ávido de explorar el futuro de una forma nueva”.
Sin embargo, constatamos que con esta forma de proceder el ser humano no es más feliz, no se siente más desarrollado, lo material no le llena; más aún: llega a hastiarle. Contemplamos que las relaciones entre los hombres se van deteriorando hasta el punto de llegar a la explotación del más fuerte, con unas desigualdades enormes. Mientras que unos nadan en la abundancia, otros mueren de hambre.
El hombre necesita saber que hay Alguien que le acompaña en todos los momentos de su vida, que le quiere y le acepta aun cuando se rebele contra Él. La sociedad actual está necesitada de un Dios que es Padre de todos y que busca nuestra plenitud y felicidad. Un Padre que a todos nos hace hermanos, nos invita a vivir como tales y a construir entre todos un mundo de hermanos. Así nos lo ha enseñado Jesucristo con su vida y con su palabra. En él somos hechos hijos del Padre y hermanos de todos los hombres. A vosotros, catequistas, os cabe la gran suerte de colaborar en la reconstrucción de esta sociedad tan necesitada de fe y de esperanza.
Que María, la madre de Jesús y madre nuestra, os fortalezca en la fe y la esperanza para colaborar en la siempre gratificante tarea de construir un mundo más fraterno. Que ella, como nos dice el papa Francisco, os enseñe a mirar con los ojos de Jesús, para que la fe crezca continuamente en este mundo hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, su Hijo, nuestro Salvador, el esperado de todos los pueblos.
Recibid nuestro cordial y afectuoso saludo junto con nuestra bendición.
+ D. Manuel UREÑA PASTOR, ARZOBISPO DE ZARAGOZA
+ D. Alfonso MILIÁN SORRIBAS, OBISPO DE BARBASTRO-MONZÓN
+ D. Carlos-Manuel ESCRIBANO SUBÍAS, OBISPO DE TERUEL Y DE ALBARRACÍN
+ D. Julián RUIZ MARTORELL, OBISPO DE HUESCA Y DE JACA
+ D. Eusebio HERNÁNDEZ SOLA, OBISPO DE TARAZONA