Inmaculada Concepción (8-12-2013).

INMACULADA CONCEPCIÓN

      Queridos hermanos en el Señor:  Os deseo gracia y paz.

       La solemnidad de la Inmaculada Concepción significa para los cristianos una expresión de fe, una siembra de esperanza y una epifanía del amor.  El dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX, declara: “… la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano”.      

1) En nuestra peregrinación de Adviento, la fe, con su carácter luminoso, nos abre al misterio de la actuación de Dios en la historia. Dios Padre ha previsto un proyecto de salvación para la humanidad y, en atención a los méritos de Cristo, ha dotado a María con dones a la medida de la importante misión de ser la Madre del Salvador.  Para que la Virgen María pudiese dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios. María es la “llena de gracia”, la “Toda Santa”.      

2) La Santísima Virgen nos abre a la esperanza fiable que nos permite afrontar el presente fatigoso y colaborar en la construcción de un futuro nuevo, caminando hacia la meta que justifica el esfuerzo de nuestro sendero. El encuentro con Dios transforma nuestra vida, nos hace sentirnos redimidos por la esperanza.  San Bernardo escribió: “María se ha hecho toda para todos y a todos abre el seno de su misericordia, a fin de que todos reciban: el esclavo el rescate, el enfermo la salud, el afligido el consuelo, el pecador el perdón, y Dios la gloria; y con esto que no haya nadie, ya que ella es el sol, que no participe de su calor”.     

3) En María Inmaculada descubrimos una manifestación de amor envolvente. Ella es icono del amor de Dios. María Inmaculada es la criatura preservada de toda mancha de pecado por puro amor de Dios. El amor la envuelve desde el punto de partida, total y completamente; toda su vida no cesa de recibir en plenitud el amor de Dios. Este amor tiende a introducirla en el amor.  La elección de María por parte del Padre se fundamenta en la extrema gratuidad de su amor paterno. La plenitud de gracia es índice de su santidad, de su consagración por parte de Dios y de su misión.      

        El “fiat” y el “Magnificat” son la respuesta de la Virgen María al amor del Padre. María canta: “porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. (...) Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” (Lc 1,50.54).     

         El tema del “Magnificat” es el del amor de Dios hacia los humildes y los pobres. Por esto, Dios ha elegido para su designio salvífico a una joven, virgen, pobre y humilde. Y María, con el “Magnificat”, llega a ser icono, signo y reflejo del amor de Dios hacia todos los hombres.  María Santísima, hija predilecta del Padre, acompaña a los creyentes como mujer de fe, mujer de esperanza y mujer que ama, ejemplo perfecto de amor, tanto a Dios como al prójimo.            

        Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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