Celebrar la fe y los signos de la caridad (25-5-2014).

CELEBRAR LA FE Y LOS SIGNOS DE LA CARIDAD

      Queridos hermanos en el Señor:  Os deseo gracia y paz.

       Desde el 11 de febrero, en el que celebrábamos la Jornada Mundial del Enfermo, hasta el 25 de mayo, VI domingo de Pascua, se desarrolla la Campaña del Enfermo, que este año tiene como lema “Fe y Caridad”.       El Papa Francisco recordaba en su Mensaje con ocasión de la XXII Jornada Mundial del Enfermo que Jesucristo no ha eliminado de la experiencia humana la enfermedad y el sufrimiento, sino que, al tomarlos sobre sí, los ha delimitado y transformado. Delimitado porque ya no tienen la última palabra que, por el contrario, es la nueva vida, vida en plenitud que experimentamos especialmente en la Pascua como anticipo de la vida eterna. Y transformado porque, en unión con Cristo, de experiencias negativas pueden llegar a ser positivas.      

      Jesucristo no suprime el sufrimiento experimentado en la enfermedad. No lo cancela, ni lo difumina, ni lo edulcora, ni lo esconde. Lo carga sobre sus espaldas. Se acerca a los enfermos para atender sus peticiones, escuchar sus lamentos, acompañar su dolor y curar sus dolencias. Lleva el bálsamo del amor donde aprecia un destello de fe.      

      La Iglesia reconoce en los enfermos una especial presencia de Cristo doliente, son la “carne” de Cristo sufriente. Cristo, por su encarnación, asumió nuestros dolores y enfermedades y en la cruz destruyó la soledad del sufrimiento e iluminó su oscuridad.      

      Jesucristo  infunde esperanza y valentía ante el misterio de la enfermedad: esperanza, porque en el proyecto de amor de Dios incluso la noche del dolor se abre a la luz pascual; y valentía, para afrontar toda dificultad en unión con Cristo. Cristo no hizo desaparecer el sufrimiento y tampoco desveló enteramente su misterio. Él lo tomó sobre sí, y eso es bastante para que nosotros comprendamos todo su valor.      

      San Pablo afirma que la fe “actúa por el amor” (Gal 5,6) y nos exhorta: “No nos cansemos de hacer el bien” (Gal 6,9).  Los creyentes hemos de ser cada día más perseverantes en nuestro compromiso con los que sufren. Hemos de revisar y purificar nuestras actitudes y comportamientos con los enfermos. Nuestra relación con los sufrientes se ha de basar en acciones realistas y creativas. Y hemos de celebrar la fe y los signos de la caridad hoy agradeciendo la enorme labor realizada por las familias, los profesionales sanitarios, los agentes de Pastoral de la salud, las instituciones, los voluntarios y los mismos enfermos. Queremos difundir, apoyar y agradecer su generosa entrega.      

      Benedicto XVI escribió en la encíclica “Spe salvi”: “lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que sufrió con amor infinito” (n. 37).  Si deseamos crecer en ternura, en caridad respetuosa y delicada, nuestro modelo es la Virgen María que está continuamente atenta a las necesidades y dificultades de toda la humanidad. María, animada por la divina misericordia, nos asegura en todo momento asistencia, sustento y compañía. Ella permanece al lado de nuestras cruces y nos acompaña en el camino de la Pascua hacia la resurrección y la vida plena.

      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell,obispo de Jaca y de Huesca.

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