La luz de la Vida Consagrada (1-2-2015).
LA LUZ DE LA VIDA CONSAGRADA
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
El 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, se celebra la Jornada de la Vida Consagrada con el lema: “Vida Consagrada: amigos fuertes de Dios”.
Vivimos la dinámica del Año Jubilar Teresiano, con motivo del quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, y el Año de la Vida Consagrada, promovido para celebrar el cincuentenario de la Constitución “Lumen Gentium”, que habla de los religiosos en su capítulo sexto, y del Decreto “Perfectae Caritatis”, sobre la renovación de la vida religiosa.
Santa Teresa nos sigue diciendo que en los tiempos “recios” se necesitan “amigos fuertes de Dios” para sostener a los flojos. También nos señala con su ejemplo el camino de la oración, que no nos aleja de los demás, ni nos aísla de las inquietudes de quienes nos rodean, sino que nos introduce en un trato de amistad con Jesús, el amigo verdadero y compañero fiel de viaje, que siempre nos ayuda y nunca defrauda. Rezar significa “tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”. Aprendemos de santa Teresa que para orar “no está la cosa en pensar mucho sino en amar mucho”.
El 2 de febrero de 2011 decía Benedicto XVI: “Santa Teresa propone las virtudes evangélicas como base de toda la vida cristiana y humana: en particular, el desapego de los bienes o pobreza evangélica; el amor mutuo como elemento esencial de la vida comunitaria y social; la humildad como amor a la verdad; la determinación como fruto de la audacia cristiana; la esperanza teologal, que describe como sed de agua viva. Sin olvidar las virtudes humanas: afabilidad, veracidad, modestia, amabilidad, alegría, cultura”.
Las personas consagradas constituyen un rico patrimonio en nuestra Diócesis. Agradecemos con sincero reconocimiento la extraordinaria labor que desarrollan, la pluralidad de actividades a través de las cuales ejercen su peculiar vocación de servicio, el testimonio de sus vidas -reflejo elocuente del amor de Dios y de su entrañable ternura-, la disponibilidad que manifiestan en cualquier momento y circunstancia para colaborar, la generosidad de su entrega, el valor de su plegaria y especialmente de su intercesión.
Los objetivos que ha propuesto el Papa Francisco para el Año de la vida Consagrada son tres:
1) Mirar al pasado con gratitud.
2) Vivir el presente con pasión.
3) Abrazar el futuro con esperanza.
El Año de la Vida Consagrada concierne a toda la Iglesia y deseamos que todas las personas consagradas experimenten nuestra gratitud, sientan nuestra proximidad en los momentos gozosos de su historia y en las circunstancias comunitarias y personales más difíciles.
Deseamos que se fortalezca el espíritu de comunión para que las personas consagradas puedan desarrollar su vida y su misión en sintonía con el carisma suscitado por el Espíritu Santo en sus comunidades.
En el año 1994 decía Jorge Mario Bergoglio: “La vida consagrada es un don para la Iglesia, nace en la Iglesia, crece en la Iglesia, está totalmente orientada a la Iglesia”.
La vida consagrada se funda íntimamente en la consagración del bautismo, sacramento en el que recibimos la luz de la fe. Que la vida consagrada nos ayude a todos a acercarnos, cada día con mayor intensidad, a la luz del Señor.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.