San Juan Bosco (31-1-2016)
SAN JUAN BOSCO
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
El 31 de enero de 1988, con motivo del centenario de la muerte de san Juan Bosco, san Juan Pablo II escribió una carta titulada “Iuvenum patris”, en la que definía al fundador de los Salesianos como “padre y maestro de la juventud”, y de la que recojo algunas ideas.
San Juan Bosco eligió como modelo y protector a san Francisco de Sales por su celo, por su bondad afable y por su dulzura de trato.
La “obra de los oratorios”, que comenzó en 1841 como una sencilla catequesis, fue dando respuesta progresiva a las necesidades más urgentes: “residencia para alojar a quien no tiene casa, taller y escuela de artes y oficios para enseñar una profesión y capacitar para ganarse honradamente la vida, escuela humanística abierta al ideal vocacional, buena prensa, iniciativas y métodos recreativos propios de la época: teatro, banda de música, canto, excursiones...”.
La frase: “me basta que seáis jóvenes para que os quiera con toda mi alma” resume el sentir y la opción educadora fundamental de san Juan Bosco. Afirmó: “Tengo prometido a Dios que incluso mi último aliento será para mis pobres jóvenes”.
El rasgo peculiar de su creatividad educadora está en el sistema preventivo que, por una parte, indica la voluntad de prevenir la aparición de experiencias negativas, y, por otra, “el arte de educar en positivo, proponiendo el bien en vivencias adecuadas y envolventes, capaces de atraer por su nobleza y hermosura, el arte de hacer que los jóvenes crezcan desde dentro, apoyándose en su libertad interior, venciendo condicionamientos y formalismos exteriores; el arte de ganar el corazón de los jóvenes, de modo que caminen con alegría y satisfacción hacia el bien, corrigiendo desviaciones y preparándose para el mañana por medio de una sólida formación de su carácter”.
En el centro de su visión pedagógica está la “caridad pastoral”, que alimenta tres energías: “razón, religión y amor”.
El término “razón” destaca “el valor de la persona, de la conciencia, de la naturaleza humana, de la cultura, del mundo del trabajo y del vivir social”. Por ello “señala los valores del bien, los objetivos que hay que alcanzar y los medios y modos que hay que emplear”.
El término “religión” indica que la pedagogía de Don Bosco es trascendente y que el objetivo último de su educación es formar al creyente. “Para él, el hombre formado y maduro es el ciudadano que tiene fe, pone en el centro de su vida el ideal del hombre nuevo proclamado por Jesucristo y testimonia sin respeto humano sus convicciones religiosas”.
El término “amor” implica disponibilidad, criterios sanos y comportamientos adecuados. El amor del educador se traduce en dedicación como persona totalmente entregada al bien de los educandos. Es conocida la expresión de san Juan Bosco: “Aquí, con vosotros, me encuentro a gusto; mi vida es precisamente estar con vosotros”.
Según el método de san Juan Bosco, la educación favorece una original interacción entre evangelización y promoción humana y exige que en el corazón y en la mente del educador existan unas atenciones precisas: “adquirir sensibilidad pedagógica, adoptar una actitud simultáneamente paterna y materna, esforzarse por evaluar cuanto acaece en el crecimiento del individuo y del grupo, según un proyecto de formación que una, con inteligencia y vigor, finalidad de la educación y voluntad de buscar los medios más idóneos para ella”.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.