La Palabra es un don, el otro es un don. (26-2-2017)
“LA PALABRA ES UN DON. EL OTRO ES UN DON”
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
Con el Miércoles de Ceniza comenzamos una nueva Cuaresma, una ocasión de gracia para acercarnos más a Jesucristo, para interrogarnos sobre nuestros caminos, para discernir sobre nuestros valores y criterios y para reorientar nuestra vida en una dinámica de conversión; es decir, de cambio de dirección, de regreso hacia el Señor.
Como Jesús durante cuarenta días en el desierto, sentimos la seducción que intenta apartarnos de nuestra identidad, de nuestra misión y de nuestro destino. Cuaresma es un tiempo favorable que tiene consecuencias en nuestro corazón, en nuestro modo de relacionarnos con Dios, con los hermanos, con la creación y con las cosas.
Este año, en su “Mensaje para la Cuaresma”, titulado “La Palabra es un don. El otro es un don”, el Papa presenta dos grandes afirmaciones iniciales:
1ª) “La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios "de todo corazón" (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor”.
2ª) “La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia”.
El Papa Francisco reflexiona sobre la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16,19-31) y distingue tres apartados:
1) el otro es un don;
2) el pecado nos ciega;
3) la Palabra es un don.
1) El otro es un don: “Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida”.
2) El pecado nos ciega: “El apóstol Pablo dice que "la codicia es la raíz de todos los males" (1 Tim 6,10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos. El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico (cf. Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica que no deja lugar al amor e impide la paz”.
3) La Palabra es un don: “el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano”.
Durante la Cuaresma podremos experimentar y vivir la austeridad y la comunión de bienes. Se nos concede una oportunidad para profundizar en la pobreza que tiene su origen en la experiencia vivida por Jesús y en nuestra voluntad firme y sincera de seguirle.
En nuestra vida cotidiana encontramos a muchas personas que, como Lázaro, desean saciarse con lo que cae de nuestras rebosantes mesas. ¿Cuánto de lo que consideramos propio puede ser compartido?
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.