vir constantemente de toda palabra que sale de tu boca" (25-2-2018)
“VIVIR CONSTANTEMENTE DE TODA PALABRA QUE SALE DE TU BOCA”
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
En la oración después de la comunión de la Eucaristía del Primer Domingo de Cuaresma rezamos: “Después de recibir el pan del cielo que alimenta la fe, consolida la esperanza y fortalece el amor, te rogamos, Señor, que nos hagas sentir hambre de Cristo, pan vivo y verdadero, y nos enseñes a vivir constantemente de toda palabra que sale de tu boca”.
Durante este tiempo de gracia, a través de la práctica del ayuno, se manifiesta la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios, con el deseo de saciarnos del alimento que verdaderamente nos nutre: la Palabra de Dios y la Eucaristía que alimenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza y fortalece el amor.
Hemos de sentir hambre con el objeto de saciarnos de la Palabra que sale de la boca del Señor. Habituados a digerir tantas palabras vacías, edulcoradas, mendaces, empalagosas, y, después de escuchar discursos agresivos, descalificadores, incendiados e incendiarios, nos encontramos con una Palabra que tiene mil sabores y que genera vida. No acudimos a un libro con el deseo de ilustrarnos, sino que nos orientamos hacia una persona, Jesucristo, que es pan vivo y verdadero. De su boca salen palabras de vida eterna.
La Palabra de Dios es como un canto a varias voces, porque Él la pronuncia en muchas formas y de diversos modos, dentro de una larga historia de salvación y a través de un gran número de anunciadores.
Además, la Palabra de Dios ha plantado su tienda entre nosotros, se ha hecho carne entre nosotros y por nosotros. La Palabra de Dios última y definitiva es Jesucristo, su persona, su misión, su historia. Cristo es el Evangelio de Dios para cada persona que peregrina en este mundo.
En vista de la Palabra de Dios que es el Hijo encarnado, Dios Padre habló en tiempos antiguos por medio de los profetas, de los narradores de la historia de la salvación y de los poetas que pusieron voz, música y sentimiento a las grandes experiencias humanas tocadas por la huella de Dios. Los apóstoles continuaron el anuncio de Jesucristo y de su Evangelio.
Con el paso del tiempo, la Palabra de Dios quedó consignada por escrito, por inspiración del Espíritu Santo. Y todo el contenido revelado se orienta hacia Jesucristo, como anticipo y profecía o como cumplimiento y plenitud.
Por el carisma de la inspiración, los libros de la Sagrada Escritura tienen una fuerza de llamada directa y concreta, que no poseen otros textos o intervenciones humanas. Pero la Palabra de Dios no queda encerrada en la Escritura, sino que continúa siendo proclamada y escuchada en la historia de la Iglesia, que se compromete a anunciarla en todas las épocas, en todas las circunstancias, y a todo el mundo, para responder a la necesidad de salvación que anida en cualquier persona y al hambre de Cristo que brota en el interior de todos los corazones.
La Palabra continúa su curso en la predicación viva, a través de diversas formas de proclamación, entre las cuales destacan el anuncio y la catequesis, la celebración litúrgica y el servicio de la caridad. El testimonio de la vida es una adecuada forma de evangelización que comunica, de modo silencioso y elocuente, lo que debe ser siempre transmitido: el anuncio explícito de la persona de Jesucristo.
La Palabra de Dios nos incorpora a un diálogo de alianza en el que nos sentimos miembros de una familia que vive una historia dinámica hecha de personas y de acontecimientos, de palabras y de acciones.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.