Mes Extraordinario Misionero (13-10-2019)

MES MISIONERO EXTRAORDINARIO

      Queridos hermanos en el Señor:  

       Os deseo gracia y paz.

      Durante el Mes Misionero Extraordinario deseamos comprometernos con más valor e intensidad en la misión ad gentes, para que el Evangelio llegue hasta los confines de la tierra.      

       1) El Papa Benedicto XV promulgó el 30 de noviembre de 1919 la carta “Maximun illud” en la que subrayaba que la evangelización del mundo es deber permanente de la Iglesia. Afirmaba: “quienes deseen hacerse aptos para el apostolado tienen que concentrar necesariamente sus energías en lo que (…) es de suma importancia y trascendencia, a saber: la santidad de la vida. Porque ha de ser hombre de Dios quien a Dios tiene que predicar” (nº 64).  Al terminar la Primera Guerra Mundial, la urgencia de la reconstrucción de los países parecía relegar a un lugar secundario la tarea misionera, pero Benedicto XV quiso que la Iglesia no se replegase sobre sí misma, sino que se abriera para llevar a Cristo a todo el mundo.      

          2) San Juan Pablo II escribió en la encíclica “Redemptoris missio”: “La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse. (…) una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio” (RMi 1).  El Santo Padre destacó que “el cometido fundamental de la Iglesia en todas las épocas y particularmente en la nuestra (…) es "dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hacia el misterio de Cristo"” (RMi 4). Y añadía: “Nuestra época, con la humanidad en movimiento y búsqueda, exige un nuevo impulso en la actividad misionera de la Iglesia” (RMi 30).  

          3) El Papa Francisco dijo en el Ángelus del domingo 22 de octubre de 2017: “Es mi intención promover un Mes Misionero Extraordinario en octubre de 2019, con el fin de alimentar el ardor de la actividad evangelizadora de la Iglesia ad gentes”.  El lema “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo” nos exhorta a retomar la responsabilidad del anuncio del Evangelio con nuevo impulso.      

                 Durante este tiempo de gracia es preciso propiciar cuatro dimensiones:

  • 1ª) El encuentro personal con Jesucristo vivo en su Iglesia, a través de la Eucaristía, la Palabra de Dios, la oración personal y comunitaria.
  • 2ª) El testimonio: los santos, los mártires de la misión y los confesores de la fe, expresión de las Iglesias esparcidas por todo el mundo.
  • 3ª) La formación misionera: Escritura, catequesis, espiritualidad y teología. 4ª) La caridad misionera.       Es necesario cultivar la oración, que santa Teresa del Niño Jesús presentaba con estas palabras: “Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría”.  
  • 4ª) El anuncio se transforma en caridad. El Papa Benedicto XVI recordaba en su “Mensaje para la Jornada Misionera Mundial 2012”: “el anuncio del Evangelio se convierte en una intervención de ayuda al prójimo, de justicia para los más pobres, de posibilidad de instrucción en los pueblos más recónditos, de asistencia médica en lugares remotos, de superación de la miseria, de rehabilitación de los marginados, de apoyo al desarrollo de los pueblos, de superación de las divisiones étnicas, de respeto por la vida en cada una de sus etapas”.

      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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