El Señor asciende entre aclamaciones (24-5-2020)

EL SEÑOR ASCIENDE ENTRE ACLAMACIONES

      Queridos hermanos en el Señor:  

      Os deseo gracia y paz.

      1) La Ascensión del Señor no es un marcharse que produce una ausencia, sino la inauguración de un nuevo modo de presencia. Con la Ascensión, Jesús no se aleja, no se distancia, no se ausenta, no desaparece; sino que, por el contrario, se establece para siempre en medio de nosotros a través de su Espíritu. Y nos asegura su presencia más honda, más interna y más intensa.      

      La Ascensión no es un viaje de regreso, un adiós, una desaparición, sino el comienzo de su estar presente más íntimo, no fuera, sino dentro de nosotros. Sucede como con la Eucaristía: mientras que la Sagrada Forma está fuera de nosotros, la vemos, la adoramos; cuando la recibimos y comulgamos, ya no la vemos con los ojos, pero está dentro de nosotros. Se inaugura una presencia nueva y más dinámica.      

      La Ascensión es una intensificación de la presencia de Cristo. No establece distancias entre el cielo y la tierra, sino que asegura establemente la comunicación entre cielo y tierra.      

       La celebración de la Ascensión nos hace vivir un acontecimiento: que Cristo, ascendido al Padre, permanece misteriosamente con nosotros, iluminando, impulsando, conduciendo y guiando por medio de su Espíritu.      

       Más que un esquema espacial, la clave de interpretación de la Ascensión tiene un carácter teológico: expresa el encuentro entre Dios y la humanidad, la comunión del ser humano con Dios Padre que vive y nos espera. Dicho de otro modo, la Ascensión es una confesión de fe en Cristo resucitado, cabeza de la nueva humanidad.      

        Es preciso que Dios ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama, cuál la riqueza de gloria que nos da en herencia, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros.      

        Cristo comenzó a ascender descendiendo, tomando la forma de esclavo y haciéndose uno de nosotros. Cristo nos enseña que el único camino para ascender es ir detrás de Él. Desde entonces, ascender es amar, amar sobre todo en la dificultad. Jesús, descendiendo a lo más profundo de la humanidad, se situó más cerca de nosotros. Y ahora entra dentro de nosotros para darnos su Espíritu y ascendernos al Padre.      

         2) En este domingo se celebra la 54ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. El Santo Padre dedica su Mensaje para esta ocasión al tema de la narración, y escribe: “creo que para no perdernos necesitamos respirar la verdad de las buenas historias: historias que construyan, no que destruyan; historias que ayuden a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos. En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”.      

         El Papa Francisco afirma: “El hombre es un ser narrador porque es un ser en realización, que se descubre y se enriquece en las tramas de sus días” (nº 1).      

         Un poco más adelante, dice: “La historia de Cristo no es patrimonio del pasado, es nuestra historia, siempre actual. Nos muestra que a Dios le importa tanto el hombre, nuestra carne, nuestra historia, hasta el punto de hacerse hombre, carne e historia. También nos dice que no hay historias humanas insignificantes o pequeñas. Después de que Dios se hizo historia, toda historia humana es, de alguna manera, historia divina” (nº 4).      

          Se trata de “rememorar lo que somos a los ojos de Dios, de dar testimonio de lo que el Espíritu escribe en los corazones, de revelar a cada uno que su historia contiene obras maravillosas” (nº 5).       Felicitamos a todas las personas que, con rigor, transparencia, dedicación y honestidad trabajan en el ámbito de las comunicaciones sociales.              

         Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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