Somos una gran familia contigo (8-11-2020)

SOMOS UNA GRAN FAMILIA CONTIGO

   Queridos hermanos en el Señor:
   Os deseo gracia y paz.

   El Día de la Iglesia Diocesana supone una llamada conjunta para agradecer, ser conscientes y responsabilizarnos.
   1) Agradecer la colaboración desinteresada en la vida y la misión de la Iglesia de quienes formáis nuestra familia diocesana: sacerdotes, personas consagradas y seglares. El trabajo conjunto en la actividad celebrativa, en la actividad pastoral y en la actividad caritativa y asistencial manifiesta un modo de ser y una manera de vivir según el estilo de Jesucristo. Los datos que se publican expresan mucha vida, mucho esfuerzo y mucha entrega. Son muchos los motivos para reconocer, valorar y dar gracias a tantas personas por vuestra vida compartida.
    2) Ser conscientes de que todavía queda mucho por hacer. Hemos de avanzar en el testimonio creíble, en la fe creciente, en la gozosa esperanza, en el amor efectivo. En nuestro entorno hay demasiadas carencias: nuevas formas de pobreza, ignorancia religiosa, rechazo implícito o explícito de Dios, oscurecimiento de las conciencias, pérdida del sentido de la vida. El corazón humano está habitado por una presencia silenciosa: el amor de Dios, que nos precede, nos envuelve y nos anima.
Es preciso darnos cuenta de que la densa realidad que nos rodea, y de la que formamos parte, requiere respuestas que brotan del Evangelio, actitudes que nutren de esperanza, comportamientos que confortan y animan, obras que cicatrizan heridas, acciones que reconstruyen proyectos personales y comunitarios, palabras oportunas que acompañan, gestos significativos, silencios constructivos y elocuentes.
    3) Responsabilizarnos, según nuestras posibilidades y cualidades, en la construcción de la única familia diocesana. Cada uno de nosotros tenemos una parcela de actuación que resulta imprescindible. Se necesita la colaboración de cada persona. En una familia no se puede descartar, ni excluir, ni ignorar a nadie.
    Los principios evangélicos de solidaridad y comunicación de bienes son los que rigen la utilización de los recursos económicos de la Iglesia Diocesana. Quienes compartimos la fe, y también quienes confían en las actividades y proyectos que realiza la Diócesis, conseguimos aportar tiempo y medios.
    Seguimos necesitando la colaboración de todos. Por ello, es apremiante la llamada a sentirnos corresponsables. Con la aportación económica de muchas personas generosas se pueden hacer viables muchas iniciativas, que no se llevarían a cabo sin ayuda. Un sencillo gesto de generosidad, por minúsculo que nos pueda parecer, tiene repercusiones inmediatas.
    En esta labor compartida, lo más importante son las personas; y, en concreto, tú, porque “Somos lo que tú nos ayudas a ser”.

    Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispod e Jaca y de Huesca

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