San José y el trabajo (2-5-2021)

SAN JOSÉ Y EL TRABAJO

     Queridos hermanos en el Señor:
     Os deseo gracia y paz.

     San José es un signo elocuente para todos los trabajadores. De su trabajo artesano aprendió Jesucristo el “evangelio del trabajo”. De san José también nosotros aprendemos la lección del trabajo silencioso, un modelo de vida laboriosa.
      A través del trabajo, el ser humano ejerce una actividad; colabora, a su manera, con Dios en la creación; realiza íntegramente su personalidad y despliega sus capacidades.
La persona se desarrolla en su actividad laboral, pero el trabajo también repercute en beneficio de los demás. El trabajo es imprescindible para alcanzar determinadas condiciones vitales, y para iniciar y consolidar un proyecto familiar.
      Los libros sapienciales del Antiguo Testamento consideran el trabajo como un acto de sabiduría, pues el sabio es activo y laborioso. En muchos textos se critica la pereza y se exhorta al trabajo. Lo vemos en un texto ejemplar: “Ve a observar a la hormiga, perezoso, fíjate en sus costumbres y aprende. No tiene capataz, ni jefe ni inspector; pero reúne su alimento en verano, recopila su comida en la cosecha. ¿Hasta cuándo dormirás, perezoso?, ¿cuándo te sacudirás la modorra? Un rato duermes, otro dormitas, cruzas los brazos y a descansar. ¡Y te llega la miseria del vagabundo, te sobreviene la pobreza del mendigo!” (Pro 6,6-11).
La búsqueda de un trabajo digno y estable preocupa a gran parte de la juventud. El desempleo, la precariedad, las condiciones abusivas y la escasa remuneración, son frecuentes lacras que impiden el desarrollo de las personas y de las comunidades.
      San Pablo VI dijo el 19 de marzo de 1969: “San José es el modelo de los humildes, que el cristianismo eleva a grandes destinos; san José es la prueba de que para ser buenos y auténticos seguidores de Cristo no se necesitan "grandes cosas", sino que se requieren solamente las virtudes comunes, humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas”.
      El Papa Francisco escribe en su Carta apostólica “Patris corde”: “San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo” (nº 6).
      Y añade: “En nuestra época actual, en la que el trabajo parece haber vuelto a representar una urgente cuestión social y el desempleo alcanza a veces niveles impresionantes, (…), es necesario, con una conciencia renovada, comprender el significado del trabajo que da dignidad y del que nuestro santo es un patrono ejemplar” (ibíd.).

      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz  Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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