"Nuestra indiferencia los condena al olvido" (13-2-2022)
“NUESTRA INDIFERENCIA LOS CONDENA AL OLVIDO”
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
Corremos el riesgo de quedar aturdidos por la realidad que nos rodea, fuente de inquietudes, inseguridades y problemas. Ante la trama de sucesos que se desarrollan con un ritmo vertiginoso, se genera en nuestro interior un nivel de insensibilidad defensiva y de enferma indiferencia que repercute en los demás.
La Campaña de Manos Unidas nos hace salir de esta situación con su lema “Nuestra indiferencia los condena al olvido”. Unir “indiferencia” y “olvido” significa advertir de un riesgo: si nuestro estado de ánimo se vuelve insensible, las consecuencias de descarte y olvido pueden ser trágicas para muchas personas.
Manos Unidas nos recuerda “la realidad injusta de un mundo marcado por la desigualdad”. Aumenta el número de millones de nuevos pobres. Aunque las condiciones de vida parecen haber mejorado en los últimos años, crece la desigualdad relativa “al derecho a la propia vida, a la salud, a la educación o a la alimentación”.
Manos Unidas nos exhorta a no dejarnos vencer por la indiferencia, porque la pobreza y la desigualdad tienen rostro: “las personas históricamente empobrecidas del mundo rural, a las que se suman ahora millones de nuevos pobres urbanos, víctimas de despidos o de trabajos precarios que no permiten ganar lo suficiente para vivir; las mujeres tradicionalmente esclavizadas en los diversos sectores de nuestras economías, a las que se suman las que se encuentran en una situación más precaria por la COVID-19; los migrantes, víctimas de una casi eterna vulnerabilidad, que ni siquiera consiguen satisfacer sus más elementales necesidades ni ayudar a sus familias que quedaron atrás”.
Manos Unidas, a través de su tarea de sensibilización y su acreditada experiencia en proyectos de cooperación, nos anima a todos “a sumarnos, de manera esperanzada y solidaria, en la construcción de un mundo donde nadie se quede atrás”.
Manos Unidas, la “Asociación de la Iglesia Católica en España para la ayuda, promoción y desarrollo de los países más empobrecidos” pretende dos objetivos:
1) “Compartir vida, experiencia y bienes con los hermanos más necesitados, colaborando para saciar el hambre de pan, de Dios y de cultura; así, todos juntos, haremos realidad el sueño de Dios: que todos tengamos una vida digna”.
2) Ofrecer “recursos para un itinerario formativo que ayude al compromiso contra la desigualdad que alimenta el hambre, (…) para hacer real el principio de "dignidad" que nos iguala a todos como seres humanos, y trabajar por el destino universal de los bienes”.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca