No nos cansemos de hacer el bien (27-2-2022)
“NO NOS CANSEMOS DE HACER EL BIEN”
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
La Cuaresma es el tiempo imprescindible que prepara y conduce hacia la Pascua. Necesitamos urgentemente volver al Señor, escuchar su palabra, reorientar nuestros pasos, reconducir nuestra vida.
En su Mensaje para la Cuaresma de este año, el Santo Padre nos propone: “No nos cansemos de hacer el bien”. Y afirma: “Frente a la amarga desilusión de tantos sueños rotos, frente a la preocupación por los retos que nos conciernen, frente al desaliento por la pobreza de nuestros medios, tenemos la tentación de encerrarnos en el propio egoísmo y refugiarnos en la indiferencia ante el sufrimiento de los demás” (nº 2).
Puesto que la Cuaresma “nos llama a poner nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor” (ibíd.), el Papa nos hace una triple propuesta:
1) “No nos cansemos de orar”. Cristo nos invita a orar siempre y sin desanimarnos. “Necesitamos orar porque necesitamos a Dios. Pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una ilusión peligrosa. Con la pandemia hemos palpado nuestra fragilidad personal y social. Que la Cuaresma nos permita ahora experimentar el consuelo de la fe en Dios, sin el cual no podemos tener estabilidad” (ibíd.).
2) “No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida”. El ayuno cuaresmal puede fortalecer nuestro espíritu en la lucha contra el pecado. “No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación” (ibíd.). “No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia, esa fragilidad que nos impulsa hacia el egoísmo y a toda clase de mal, y que a lo largo de los siglos ha encontrado modos distintos para hundir al hombre en el pecado” (ibíd.).
3) “No nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo”. En Cuaresma podemos practicar la limosna, dando con alegría. Aprovechemos este tiempo de gracia “para cuidar a quienes tenemos cerca, para hacernos prójimos de aquellos hermanos y hermanas que están heridos en el camino de la vida” (ibíd.). “La Cuaresma es un tiempo propicio para buscar -y no evitar- a quien está necesitado; para llamar -y no ignorar- a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar -y no abandonar- a quien sufre la soledad” (ibíd.).
“En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia de Dios y en la comunión de la Iglesia, no nos cansemos de sembrar el bien. El ayuno prepara el terreno, la oración riega, la caridad fecunda” (nº 3).
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca