El trabajo en el hogar de Nazaret (1-5-2022)

EL TRABAJO EN EL HOGAR DE NAZARET

     Queridos hermanos en el Señor:
     Os deseo gracia y paz.

     Comenzamos el mes de mayo dirigiendo nuestra mirada al hogar de Nazaret, donde contemplamos a la Virgen María y a san José, y de ellos recibimos un ejemplo de santificación a través del trabajo en el ambiente de la vida ordinaria.
     El hogar de Nazaret nos muestra que el trabajo no es solamente una actividad económica, un modo de producción, sino un acto vital, una forma de vivir los valores evangélicos. Jesucristo aprendió en el seno de su familia el evangelio del trabajo y lo desarrolló en su propia vida y en sus parábolas.
     El trabajo es decisivo para la realización de la persona y para el desarrollo de la sociedad. En el Antiguo Testamento encontramos diversas profesiones ejercidas por el ser humano: médico, farmacéutico, artesano-artista, herrero, alfarero, agricultor, estudioso, navegante, albañil, músico, pastor, pescador, etc. Jesucristo, en sus parábolas sobre el Reino de Dios, se refiere al trabajo humano: pastor, labrador, médico, sembrador, dueño de casa, siervo, administrador, pescador, mercader, obrero, etc. Además, menciona los distintos trabajos de las mujeres, compara el apostolado al trabajo manual de los segadores o los pescadores y menciona la actividad de los estudiosos (cf. San Juan Pablo II, Laborem exercens, 26).
     La crisis económica, las consecuencias de la pandemia, la guerra en Ucrania, la incertidumbre global, el aumento de los precios, hacen que se experimenten las duras consecuencias del paro, la precariedad laboral, las largas jornadas de trabajo sin remuneración digna, los salarios injustos, las condiciones deficientes que afectan a la salud, la dificultad de conciliar la vida laboral con la vida familiar y otras muchas lacras.
      El Papa Francisco dijo el 1 de mayo de 2020: “Una vez, en una Cáritas, a un hombre que no tenía trabajo e iba a buscar algo para su familia, un empleado de Cáritas le dijo: "Por lo menos puede llevar el pan a su casa" - "Pero a mí no me basta con esto, no es suficiente", fue su respuesta: "Quiero ganarme el pan para llevarlo a casa". Le faltaba la dignidad, la dignidad de "hacer" el pan él mismo, con su trabajo, y llevarlo a casa. La dignidad del trabajo, tan pisoteada por desgracia”.
      El Papa también afirmó: “Toda injusticia que se comete contra un trabajador es un atropello a la dignidad humana”.
      El trabajo no es una mercancía ni un instrumento en la cadena de producción de bienes y servicios. El trabajo ha de ser libre, creativo, participativo y solidario.

     Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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