Santa Teresa de Jesús (15-10-2023)
SANTA TERESA DE JESÚS
Con motivo del V Centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, el Papa Francisco escribió una carta al Obispo de Ávila en la que afirmaba: “En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. (…) ¿Por qué caminos quiere llevarnos el Señor tras las huellas y de la mano de santa Teresa? Quisiera recordar cuatro que me hacen mucho bien: el camino de la alegría, de la oración, de la fraternidad y del propio tiempo.
1) “Santa Teresa invita a sus monjas a "andar alegres sirviendo" (Camino 18,5). La verdadera santidad es alegría, porque "un santo triste es un triste santo". (…) En santa Teresa contemplamos al Dios que, siendo "soberana Majestad, eterna Sabiduría" (Poesía 2), se revela cercano y compañero, que tiene sus delicias en conversar con los hombres: Dios se alegra con nosotros. Y, de sentir su amor, le nacía a la santa una alegría contagiosa que no podía disimular y que transmitía a su alrededor”.
2) “La Santa transitó también el camino de la oración, que definió bellamente como un "tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama" (Vida 8,5). Cuando los tiempos son "recios", son necesarios "amigos fuertes de Dios" para sostener a los flojos (Vida 15,5). Rezar no es una forma de huir, tampoco de meterse en una burbuja, ni de aislarse, sino de avanzar en una amistad que tanto más crece cuanto más se trata al Señor, (…). Para orar "no está la cosa en pensar mucho sino en amar mucho" (Moradas IV,1,7).
3) “Este camino no podemos hacerlo solos, sino juntos. Para la santa reformadora la senda de la oración discurre por la vía de la fraternidad en el seno de la Iglesia madre. Esta fue su respuesta providencial, nacida de la inspiración divina y de su intuición femenina, a los problemas de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo: fundar pequeñas comunidades de mujeres que, a imitación del "colegio apostólico", siguieran a Cristo viviendo sencillamente el Evangelio y sosteniendo a toda la Iglesia con una vida hecha plegaria”.
4) “Su experiencia mística no la separó del mundo ni de las preocupaciones de la gente. Al contrario, le dio nuevo impulso y coraje para la acción y los deberes de cada día, porque también "entre los pucheros anda el Señor" (Fundaciones 5,8). Ella vivió las dificultades de su tiempo -tan complicado- sin ceder a la tentación del lamento amargo, sino más bien aceptándolas en la fe como una oportunidad para dar un paso más en el camino. Y es que, "para hacer Dios grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es tiempo" (Fundaciones 4,6)”.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Huesca y de Jaca