Jornada Mundial de la Vida Consagrada (2-2-2025)
JORNADA MUNDIAL DE LA VIDA CONSAGRADA
Peregrinos y sembradores de esperanza
+ Vicente Jiménez Zamora
Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca
El día 2 de febrero es la fiesta de la Presentación del Señor en el templo. Desde el año 1997, por iniciativa de San Juan Pablo II, se celebra ese día la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. En ese día miramos a la vida consagrada y a cada uno de sus miembros como un don de Dios a la Iglesia y a la humanidad.
Juntos damos gracias a Dios por las Órdenes e Institutos religiosos dedicados a la contemplación o a las obras de apostolado, por las Sociedades de vida apostólica, por los Institutos seculares, por el Orden de las vírgenes, por las Nuevas Familias Eclesiales y por otros grupos de consagrados, como también por todos aquellos que, en el secreto de su corazón, se entregan a Dios con una especial consagración.
El lema escogido para este año, en el marco del Jubileo de la esperanza, es: Peregrinos y sembradores de esperanza. La esperanza en la vida consagrada se fundamenta en Dios, no se basa en los números o en las obras. Las personas consagradas, fieles a su identidad profética, han de vivir despiertas, vigilantes, con actitud de centinelas que evitan todo adormilamiento y comodidad.
Esta es la esperanza que no defrauda y que permitirá a la vida consagrada seguir escribiendo una gran historia en el futuro, consciente de que hacia el Señor es donde la conduce el Espíritu Santo para continuar haciendo cosas grandes con las personas consagradas.
La presencia de las personas consagradas en la Iglesia y en el mundo, animada por un auténtico espíritu religioso y misionero, tiene que ser signo y semilla de esperanza tanto en ambientes secularizados como en contextos de primer anuncio. Para ello es necesario que la vida consagrada en sus múltiples formas y carismas viva una renovada unión fraterna y se mueva en las fronteras, en los extrarradios del mundo, en los descampados existenciales, donde tantos están como ovejas sin pastor y no tienen qué comer (cfr. Mt 9, 36).
La Santísima Virgen María, Mujer consagrada a Dios, es Madre de nuestra esperanza y causa de nuestra alegría. Ella nos enseña a vivir con paz, plenitud y esperanza alegre el seguimiento fiel de nuestro Señor Jesucristo. Nuestra Señora es la Madre que presenta en el templo a su Hijo al Padre, dando continuación al “sí” pronunciado en el momento de la Anunciación. Que Ella sostenga y acompañe siempre a las personas consagradas en su vocación, consagración y misión.