La Cuaresma en el Jubileo del Año 2025 (2-3-2025)

 

LA CUARESMA EN EL JUBILEO DEL AÑO 2025

+ Vicente Jiménez Zamora

Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca

            La Cuaresma se inaugura en la Iglesia con el rito de la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas, el miércoles, que este año es el día 5 de marzo. La Cuaresma es el tiempo favorable, en el que la Iglesia es llamada a mostrar de manera más evidente el rostro misericordioso de Dios Padre, especialmente con las celebraciones penitenciales, con el sacramento de la Reconciliación y con la práctica de las obras de misericordia corporales y espirituales.

            Limosna, oración y ayuno. Nuestra Santa Madre la Iglesia nos propone tres caminos de purificación personal y comunitaria para la Cuaresma: la limosna, la oración y el ayuno. El texto del Evangelio (cfr. Mt 6, 1-6.16-18), que se proclama en la Eucaristía del Miércoles de Ceniza, nos inicia en un modo de conversión que va desde lo hondo de nosotros mismos hacia el exterior de nuestros comportamientos. Así pues, la intensidad de la oración habrá de llevarnos de la mano a reconocer la grandeza de Dios en nuestra vida y la limosna y el ayuno, por su parte, a esclarecer la importancia del prójimo en nuestra existencia.

            En esta Cuaresma del Año Jubilar 2025 debemos ser signos de esperanza, a la luz de los que señala el Papa Francisco en la Bula de convocatoria del Jubileo Spes non confundit, Rom 5, 5): la acogida de los emigrantes y refugiados; la paz, solidaridad y fraternidad en un mundo marcado por las divisiones y guerras; la apertura a la vida humana; el cuidado de los enfermos en los hospitales y en sus casas; el cuidado de los ancianos y de los abuelos que en ocasiones padecen soledad; los jóvenes que son portadores de esperanza en el presente y en el futuro; el cuidado de la creación con el compromiso por el medio ambiente y la sostenibilidad que es una mera de asegurar un futuro mejor para las próximas generaciones.

            Ojalá que el tiempo cuaresmal sea para todos una renovada experiencia de conversión y de profunda reconciliación con Dios, con nosotros mismos y con nuestros hermanos. Que la Cuaresma sea para todos los cristianos una experiencia renovada del amor de Dios que se nos ha dado en Cristo, amor que por nuestra parte cada día debemos “volver a dar” al prójimo, especialmente al que sufre y al necesitado. Sólo así podremos participar plenamente de la alegría de la Pascua. Que María, que cantó en el Magníficat la misericordia con la que Dios la eligió, nos guíe en este itinerario cuaresmal, camino hacia la Pascua.

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