La Cuaresma y las obras de misericordia (9-3-2025)

LA CUARESMA Y LAS OBRAS DE MISERICORDIA 

Programa de acción social y caritativa

+ Vicente Jiménez Zamora

Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca

 

            La Cuaresma, que inaugurábamos con el rito expresivo de la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas, es una fuerte llamada a la conversión del corazón y al cambio de vida, a la luz de la Palabra de Dios. Esta conversión pasa, entre otras cosas, por la práctica de las llamadas obras de misericordia”, en cuanto verificación práctica y concreta de nuestro testimonio de vida y responsabilidad ante los pobres y necesitados.

            Es verdad que la palabra misericordia no tiene ‘buena prensa’ entre algunos de nuestros contemporáneos, porque la consideran cosa anticuada, les suena a ‘beatería’, carente de compromiso. Sin embargo, la misericordia en su raíz latina (míseris –cor-dare) significa dar el corazón a los miserable y a los pobres. En su contenido real es la expresión del amor, que nos abre los ojos y el corazón a las necesidades de los que viven en la miseria corporal o espiritual.

            La tradición cristiana, fundamentada en textos de la Sagrada Escritura, nos recuerda las obras de misericordia y el Catecismo de la Iglesia Católica las describe como “acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales” (n. 2447). Las obras de misericordia corporales son siete: visitar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar hospedaje al peregrino, redimir al cautivo y enterrar a los muertos. Las otras siete son espirituales: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesite, corregir al que se equivoca, perdonar las injurias, soportar los defectos del prójimo, consolar a los tristes y rezar por los vivos y los difuntos. Son todo un programa de acción social, que exige tener un corazón grande para amar. Son un desarrollo de la civilización del amor y de la solidaridad.

            El campo de la misericordia es tan amplio como la miseria humana, que trata de remediar, pues eso es la misericordia: “compasión de la miseria humana que nos mueve a remediarla, si es posible” (San Agustín).

            La misericordia es hermana de la justicia. Santo Tomás de Aquino afirma: “la justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina y destrucción”.

            En el tiempo de Cuaresma y siempre todos tenemos la ocasión de practicar alguna obra de misericordia con las personas que nos rodean, ya sea en la vida diaria o en situaciones de emergencia.

La práctica de las obras de misericordia será una prueba de nuestra verdadera conversión propia de la Cuaresma.

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