Día del Seminario (16-3-2025)

DÍA DEL SEMINARIO

El Seminario, misión de todos

+ Vicente Jiménez Zamora

Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca

            Llega la festividad de San José, el esposo fiel de la Virgen María y custodio del Redentor, y con ella celebramos un año más la Campaña del Día del Seminario. Es un momento clave en la pastoral vocacional.

            Con esta carta pastoral exhorto vivamente a todos los diocesanos a orar con perseverancia por las vocaciones sacerdotales, porque la principal actividad de la pastoral vocacional de la Iglesia es la oración: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc 10, 2). Invito a promover de manera especial y urgente una cultura vocacional entre todos, como se ha puesto de relieve en el reciente Congreso de Vocaciones.

Todos somos responsables de la pastoral vocacional En la tarea de la pastoral vocacional todos somos responsables (cfr. Vaticano II, Optatam Totius, 2). La responsabilidad recae en toda la comunidad eclesial. El primer responsable es el obispo, que está llamado a promover y coordinar todas las iniciativas pastorales en la Diócesis. Los sacerdotes. Muchos de nosotros tenemos la experiencia de haber conocido a sacerdotes que han influido en nuestra vocación. La alegría, el tesón, la oración, la entrega y la fidelidad a Cristo de los propios sacerdotes son detonantes en niños, jóvenes y adultos de un camino de entrega y servicio para toda la vida en el sacerdocio. Los miembros de vida consagrada deben aportar el testimonio de una vida que pone de manifiesto la primacía de Dios a través de la vivencia del seguimiento especial de Cristo casto, pobre y obediente. Los fieles laicos tienen una gran importancia, especialmente los catequistas, los profesores, los animadores de la pastoral juvenil. También hay que implicar a los movimientos y asociaciones eclesiales. Finalmente, es preciso promover grupos vocacionales, cuyos miembros ofrezcan la oración y la cruz de cada día, así como el apoyo moral y los recursos materiales.

            El lema de este año, en el contexto del Jubileo 2025 es: Sembradores de esperanza.

Esperanza. “Ante la crisis de las vocaciones sacerdotales, la primera respuesta que la Iglesia da consiste en un acto de confianza en el Espíritu Santo. Estamos profundamente convencidos de que esta entrega confiada no será defraudada, si por nuestra parte, nos mantenemos fieles a la gracia recibida” (Juan Pablo II, PDV, 1).

            Que la Virgen María y San José cuiden de nuestros seminaristas, como hicieron con Jesús, que en Nazaret “iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52).

           

           

           

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