La Cruz Peregrina y el Icono de María "Salus Populi Romani". (22-5-2011).

LA CRUZ PEREGRINA Y EL ICONO DE MARÍA “SALUS POPULI ROMANI”
     
      Queridos hermanos en el Señor:
      Os deseo gracia y paz.
      La Cruz peregrina, la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud, y el Icono de María “Salus Populi Romani” se acercan a nuestra diócesis y hemos de prepararnos para darles una acogida abierta, cordial y participativa.
      En 1984, al concluir el Año Santo de la Redención, el beato Juan Pablo II entregó a los jóvenes una gran cruz de madera, de 3,8 m, y les dijo: “Queridos jóvenes, al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención”.
      En 2003, al concluir la Misa del Domingo de Ramos, Juan Pablo II regaló una copia del icono de María “Salus Populi Romani” y pronunció estas palabras: “De ahora en adelante, juntamente con la Cruz, este icono acompañará las Jornadas Mundiales de la Juventud. Será signo de la presencia materna de María junto a los jóvenes, llamados, como el apóstol san Juan, a acogerla en su vida”.
      Hay muchos testimonios de personas que han experimentado algo muy profundo e intenso cuando se han encontrado con la Cruz y el Icono en los últimos años. En ese encuentro se percibe la presencia del amor de Dios. A través de la Cruz y del Icono muchos jóvenes comprenden mejor el sentido de la Resurrección, experimentan la intercesión materna de la Virgen y algunos encuentran valor para tomar decisiones importantes en relación con el sentido y la orientación de sus vidas.
      La Jornada Mundial de la Juventud es un acontecimiento eclesial, en el que se expresa de un modo extraordinario la fe en Jesucristo. Es un encuentro festivo: los jóvenes muestran el dinamismo de la Iglesia y dan testimonio de la actualidad del mensaje cristiano. Es signo de la comunión eclesial: jóvenes de todo el mundo, asociaciones, comunidades, grupos y movimientos diversos se reúnen en torno al Papa y los Obispos, unidos por el mismo amor a Cristo y a la Iglesia y por su misión en el mundo. En la Jornada Mundial de la Juventud la comunión eclesial se expresa y se fortalece. Es, por tanto, anuncio claro, directo, entusiasta, de la fe de la Iglesia en Jesucristo.
      La Jornada Mundial de la Juventud se propone cuatro objetivos pastorales:
1º) favorecer el encuentro personal con Cristo, que cambia la vida; 2º) vivir la experiencia de ser Iglesia Católica, como misterio y comunión; 3º) tomar conciencia más clara de la vocación de todo bautizado, llamado a convertirse en misionero; 4º) redescubrimiento de los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, que fortalecen la vida cristiana.
      Se trata, pues, de fomentar la adhesión a Jesucristo vivida en la Iglesia con tal entusiasmo que se desborda en fiesta y en impulso misionero.
      Oramos con la oración para la preparación de la JMJ: “Amigo y Señor nuestro Jesucristo, ¡qué grande eres! Con tus palabras y tus obras nos has revelado quién es Dios, Padre tuyo y Padre de todos nosotros, y quién eres Tú: nuestro Salvador. Nos llamas a estar contigo. (…) Danos tu Espíritu Santo, que nos ilumine y fortalezca. La Virgen María, la Madre que nos diste en la cruz, nos anima siempre a hacer lo que Tú nos dices. Tú eres la Vida. ¡Que nuestro pensamiento, nuestro amor y nuestro obrar tengan sus raíces en Ti! Tú eres nuestra Roca. ¡Que la fe en Ti sea el fundamento sólido de toda nuestra vida!”.
      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obsipo de Huesca y de Jaca

 

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