"No os canséis de hacer el bien". -2 Tes 3, 13- (18-9-2011)

 Queridos hermanos en el Señor:
 Os deseo gracia y paz.

      “No os canséis de hacer el bien” (2 Tes 3,13). Esta exhortación de San Pablo a los cristianos de Tesalónica presenta la actitud básica con la que trabajamos en los primeros compases del nuevo curso pastoral. 
      Los meses que tenemos por delante son un don de Dios que llega a nuestras manos lleno de esperanza e ilusión. Experimentamos el profundo deseo de que este curso sea una experiencia vivida en fraternidad y comunión, como un regalo compartido y hecho vida.
      Hemos de determinar los hitos fundamentales de la actividad de la Diócesis. A través de la secuencia de los días, iremos marcando unos retos pastorales a los que dar respuesta, para configurar una serie de actividades que todos hemos de conocer, valorar e impulsar.
      Como cristianos responsables, en ningún caso seremos espectadores pasivos, porque debemos animar todas las iniciativas, con nuestra colaboración directa, con la difusión de sus contenidos, con el reconocimiento agradecido por el servicio prestado y con la oración que mantiene vivo el ánimo y suscita un determinado modo de ser, como discípulos de Cristo, en medio de muchos modos de hacer y trabajar. 
      La Iglesia es como un árbol en crecimiento, y para desarrollarse necesita estar arraigada en Cristo. Él es la piedra angular que da consistencia, como buen fundamento, a todo el edificio en construcción.
      La programación del curso pastoral recogerá el deseo de crecimiento, desarrollo, consolidación y maduración de muchas personas, grupos e instituciones que trabajan con ilusión, tenacidad y esfuerzo por extender y dilatar la experiencia de Jesucristo. Conocer y amar al Señor, para que cada día sea más conocido y amado, constituye una apremiante y gozosa tarea. 
      Hemos de superar la desilusión, el sentido de lo “ya sabido” o “ya vivido”, la experiencia de la monotonía, el peso de la inercia, la ley de gravedad que nos ata y nos impide caminar con decisión.
      La programación pastoral nos ayuda a superar la improvisación y la arbitrariedad. Nos anima a poner nuestros ojos en Cristo, “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). Nos impulsa a acercarnos a Jesucristo “el mismo ayer hoy y siempre” (Hbr 13,8). Él es nuestro auténtico programa.
      Escribió el beato Juan Pablo II: “"Queremos ver a Jesús" (Jn 12,21). Esta petición, hecha al apóstol Felipe por algunos griegos que habían acudido a Jerusalén para la peregrinación pascual, ha resonado también espiritualmente en nuestros oídos (…). Como aquellos peregrinos de hace dos mil años, los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy no sólo "hablar" de Cristo, sino en cierto modo hacérselo "ver". ¿Y no es quizá cometido de la Iglesia reflejar la luz de Cristo en cada época de la historia y hacer resplandecer también su rostro ante las generaciones del nuevo milenio?” (Novo Millennio Ineunte 16).
      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.


+ Julián Ruiz Martorell, obispod e Jaca y de Huesca.

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