"A los favores no añadas un reproche" -Eclo 18,15- (6-11-2011)

“A LOS FAVORES NO AÑADAS UN REPROCHE” (Eclo 18,15)
     
      Queridos hermanos en el Señor:
      Os deseo gracia y paz.
     
      Los libros sapienciales de la Sagrada Escritura nos ofrecen magníficos ejemplos de sabiduría concentrada en sentencias de gran actualidad. El Eclesiástico nos invita a dar con generosidad: “Hijo, a los favores no añadas un reproche, ni a cada regalo palabras ofensivas. ¿No mitiga el rocío el calor ardiente? Así una palabra es mejor que un regalo. ¿No vale más una palabra que un buen obsequio? Ambas cosas son propias del hombre caritativo” (Eclo 18,15-17). 
      A propósito del dominio de la lengua, se nos dice: “El que domina la lengua vivirá sin peleas, y el que detesta la palabrería evita el mal. No repitas nunca un chisme y no sufrirás ningún daño; ni a amigo ni a enemigo se lo cuentes, y si para ti no es pecado no lo descubras, pues el que te escucha desconfiará de ti y, llegada la ocasión, te despreciará. ¿Has oído algo? ¡Muera contigo! ¡Tranquilo, que no reventarás! Flecha clavada en el muslo es la noticia en las entrañas del necio” (Eclo 19,6-10.12).
      Para dominar la lengua se nos aconseja: “No avientes el grano con cualquier viento, ni camines por cualquier sendero; así lo hace el pecador que habla con doblez. Mantente firme en tus convicciones, y no tengas más que una palabra. Sé pronto para escuchar y tardo para responder. Si sabes algo, responde a tu prójimo, pero si no, mano a la boca. Hablar puede traer gloria y deshonra, y la lengua es la ruina del hombre. Que no te tachen de murmurador, ni pongas emboscadas con tu lengua, porque sobre el ladrón cae la vergüenza, y una severa condena sobre el que habla con doblez. En lo grande y en lo pequeño no faltes” (Eclo 5,9-15).
      Existe un modo de hablar que resulta inoportuno: “Mejor es resbalar en el suelo que con la lengua. Persona sin educación es como el chiste inoportuno: está siempre en boca de ignorantes. De la boca del necio no se acepta un proverbio, pues nunca lo dice en el momento adecuado” (Eclo 20,18a.19-20).
      Hay muchos textos contra la pereza: “El perezoso se parece a una piedra enfangada, y todos le silban al ver su indignidad. El perezoso se parece a una bola de excrementos, todo el que la toca se sacude la mano” (Eclo 22,1-2).
      Encontramos algo semejante en el libro de los Proverbios: “Ve a observar a la hormiga, perezoso, fíjate en sus costumbres y aprende. No tiene capataz, ni jefe ni inspector, pero reúne su alimento en verano, recopila su comida en la cosecha. ¿Hasta cuándo dormirás, perezoso?, ¿cuándo te sacudirás la modorra? Un rato duermes, otro dormitas, cruzas los brazos y a descansar. ¡Y te llega la miseria del vagabundo, te sobreviene la pobreza del mendigo!” (Prov 6,6-11).
      Sobre las cualidades y el riesgo del vino: “Con el vino no te hagas el valiente, porque a muchos ha perdido el vino. El horno pone a prueba el temple del acero, el vino, los corazones en contienda de los orgullosos. El vino es vida para el hombre, siempre y cuando se beba con medida. ¿Qué es la vida para quien le falta el vino? Fue creado para alegrar a los humanos. Alegría del corazón y regocijo del alma es el vino bebido a tiempo y con medida. Amargura del alma, el vino bebido con exceso por incitación o desafío. La embriaguez enfurece al insensato para su perdición, debilita sus fuerzas y le ocasiona heridas” (Eclo 31,25-30).
      Escuchemos, con atención, estas y otras muchas páginas de la Sagrada Escritura.
     
      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Huesca y de Jaca

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