Tu luz es nuestra esperanza (4-12-2011)

“TU LUZ ES NUESTRA ESPERANZA”


      Queridos hermanos en el Señor:
      Os deseo gracia y paz.
     
      Cada año, por estas fechas, Manos Unidas realiza en la Diócesis de Jaca la campaña de la “Vela Solidaria”. El lema es muy expresivo: “Tu luz es nuestra esperanza”.  A través de una sencilla vela, cuya luz puede parecer efímera, se contribuye a dar esperanza a muchas personas que experimentan el hambre, la deficiente nutrición, la miseria, la enfermedad, el subdesarrollo y la falta de instrucción.
      Con esta luz se puede trabajar con mayor eficacia para erradicar las causas estructurales que producen los sufrimientos citados: la injusticia, el desigual reparto de los bienes y las oportunidades entre las personas y los pueblos, la ignorancia, los prejuicios, la insolidaridad, la indiferencia y la crisis de valores humanos y cristianos.
      La visión de Manos Unidas procede del Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia. Desde estos fundamentos se colabora para que “cada persona, hombre y mujer, en virtud de su dignidad e igualdad fundamental, sea capaz de ser, por sí mismo, agente responsable de su mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual, y goce de una vida digna”.
      El Papa Benedicto XVI escribe en su encíclica “Spe salvi”: “La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía” (nº 49).
      Le decimos al Señor: “Tu luz nos hace ver la luz” (Sal 36[35],10). Y, de modo semejante, la luz de cada uno permite que no anochezca en la vida de los demás.
      Nos dice el Señor: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12). Y también: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,14). Participando de la luz que es Cristo, nosotros también nos volvemos incandescentes y luminosos. Siguiendo a Cristo, no caminamos en tinieblas, sino que recibimos la luz de la vida. Caminando a la luz de Cristo, todo se ilumina a nuestro alrededor.
      Benedicto XVI escribe en la Exhortación apostólica postsinodal “Sacramentum caritatis”: “Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él” (nº 84). Y también: “Lo que el mundo necesita es el amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en Él” (ibid.).
      Tu luz no se extingue aunque se apague la vela. Tu luz es esperanza para muchas personas. Tu luz no es solamente tuya. Tu luz permite descubrir un nuevo amanecer. Tu luz guía los pasos vacilantes de quien camina en la oscuridad. Tu luz refleja la luz que es Cristo y ofrece orientación en la travesía de muchas personas. “Tu luz es nuestra esperanza”.
      
      Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

 

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